Se ha convertido en un clásico.
Toda nueva película de Almodóvar viene acompañada de cierta expectación hacia cómo será la crítica (si se puede calificar así a lo que viene a ser un ataque gratuito, impregnado de rencor y mala hostia) de Carlos Boyero. Una expectación que jamás habría soñado recibir y que se la debe precisamente gracias a la persona por la que siente -según él- absoluta indiferencia.
Unos (los más) se lo toman como lo que es: un espectáculo mediático, con el mismo rigor que contemplar a Belén Esteban vociferando. Otros le ríen las gracias, y hay quien incluso se lo toma en serio.
El mayor error del director manchego fue entrar en su juego en su día, y responder a sus provocaciones.
Con “La piel que habito“, Boyero atacó sin piedad bajo el título “Horror frío? No, horror grotesco“. Incluso llegó a afirmar que la crítica internacional que le acompañaba en la sala se mofó durante la proyección. Después, resultó lo que muchos sospechábamos… Se empezaron a publicar las críticas de medio mundo. Todo alabanzas.
Pero el ataque más hiriente, cómo no, ha llegado con el nuevo trabajo de Almodóvar, “Los amantes pasajeros“. Una cinta que se presta a ser atacada. Un trabajo realizado desde la calma, la tranquilidad del trabajo bien hecho, de alguien que no necesita hacer algo para que la crítica le aplauda. Alguien que puede hacer lo que le apetezca.
Tal vez sea eso lo que escueza.
