CRÍTICA “NORA”: LARA IZAGIRRE NOS SORPRENDE CON UNA PELÍCULA SOBRE EL AUTOCONOCIMIENTO, LAS DESPEDIDAS Y LA DECISIÓN DE SALIR HACIA DELANTE

“Nora” es una road movie agradable y cargada de vibraciones positivas. La cineasta Lara Izagirre nos sorprende con una película sobre el autoconocimiento, las despedidas y la decisión de salir hacia delante.

¿De qué va?: Nora tiene 30 años, vive con su abuelo argentino Nicolás y su vida no es la que ella imaginaba. Tiene pequeños trabajos y casi no ha salido de su pueblo. Cuando pierde a su abuelo, decide iniciar un viaje por la costa del País Vasco para llevar sus cenizas junto a las de la abuela.

Pese a lo que pueda parecer por su historia, no abundan películas tan optimistas en el cine español. NORA cuenta con un relato vitalista y enérgico con un epicentro claro: su protagonista, encarnada por una carismática Ane Pikaza.

La actriz bilbaína está sensacional y, si hay justicia en este país, NORA la catapultará hasta convertirla en un nombre que sea referente. Se luce con un personaje que muestra varias caras a lo largo del metraje; dulce, vulnerable, mezquina… y en todos estos casos, la actriz sale bien parada.

Además está muy bien acompañada. Aunque la mayoría de las apariciones secundarias son anecdóticas, hay que ver de cuánto talento se disfruta en la pantalla: Héctor Alterio, Itziar Ituño, Ramón Barea… Es un goce ver cómo se van relacionando con la protagonista.

La dirección de Lara Izagirre es clara y apuesta por centrarse en la esencia en lugar de perderse con malabarismos. Aunque eso sí, en el guion (que también es de su autoría), quizá se echa en falta esa claridad que la cineasta sí demuestra en la planificación y puesta en escena. A veces la historia parece divagar un poco y hace que el resultado se vea un poco deslucido.

Por cierto, un punto que hay que aplaudir del film es el uso del bilingüismo (en la versión original, claro). NORA hace algo que muchas películas rodadas en el País Vasco, Galicia o Cataluña no se atreven: mostrar el bilingüismo real que se vive en dichos territorios. El espectador escucha la riqueza que realmente se respira cuando conviven dos idiomas en un mismo lugar.

También hay que destacar la estética del film, naturalista pero con un ligero toque moderno que, la verdad, le sienta de fábula. Las localizaciones se ven espectaculares y hay más de un plano para enmarcar.

Con sus posibles desfallecimientos de guion, Lara Izagirre demuestra, una vez más, que es una de las cineastas llamadas a brillar en el futuro. Ojalá no tengamos que esperar otros seis años para disfrutar de una nueva película dirigida por ella. NORA es tierna y bonita, una buena opción para desconectar de manera entretenida pero sin caer en el vacío; deja mucho poso tras su visionado.

Nota: 6

Una crítica de Toni Sánchez Bernal