CRÍTICA DE LA PELÍCULA “DVA” (DOS), OTRA FORMA DE CINE ESPAÑOL Por EL LOBO VANIDOSO

Dentro del mal rollo que tiene el cine español, y que me hace aullar de indignación, de golpe y porrazo aparece una película que te reconcilia con la esencia más pura del cine que es la honestidad y la humildad. “DVA”, que en checo quiere decir “Dos”, es una película a contracorriente del cine subvencionado que, para mal, se hace en España. Primer largometraje del valenciano Manuel Mira, nacido en la localidad de Ontinyent, pero que vive en Barcelona, donde desde hace unos tres años tiene una productora con la que hace documentales, reportajes publicitarios y cortos de ficción. “DVA” es una película atípica, incluso para un debutante, ya que se atreve con un tema tan delicado y peligroso de abordar y no caer en el ridículo como es el cambio de roles sexuales. La historia transcurre entre Ontinyent y Barcelona, para culminar en Praga, la capital checa, una ciudad llena de historia, de romanticismo y de sorpresas. La historia es bien sencilla, pero a la vez compleja y tortuosa, ya que, con un adecuado montaje alternativo, va explicando las vicisitudes de un muchacho de Ontinyent que tiene problemas sexuales con su mujer, mientras una muchacha de Barcelona se encuentra incómoda cuando los hombres intentan tener relaciones con ella. En definitiva, el muchacho descubre su homosexualidad y la muchacha descubre que le gusta ser el elemento activo (y no pasivo) en sus relaciones sexuales. Un encuentro fortuito en Praga, donde los dos acuden tras ver un documental en la televisión, les llevará a poder solucionar sus problemas de sexualidad y de identidad.

Pero lo más asombroso de “DVA”, que me ha hecho aullar de placer, es que su presupuesto de producción ha sido exactamente de 1.800 euros. Sí, sí, no es broma, 1.800 del ala, porque los intérpretes y los técnicos no han cobrado, Manuel Mira ha hecho de hombre orquesta (llevando incluso la stedy), no han tenido que pagar para rodar en las calles de Ontinyent, Barcelona y Praga, y los gastos de producción incluyen los viajes a Praga de un minino equipo artístico y técnico. Es decir, cuando hay voluntad de hacer una película no hay nada que lo pueda impedir, aunque los organismos oficiales, por aquello de que el tema es escabroso (ja, ja, ja) no hayan querido dar ninguna ayuda.

Y como cierre decir que las dos protagonistas de la película, Montse Susín y Alba Yánez, están muy bien, saben enamorar la cámara. Es decir, en lenguaje lobuno, están para comérselas.

Vamos a darle cinco aullidos a “DVA”, una película insólita en el panorama de un muy flojo cine español que vive de las subvenciones.

El lobo vanidoso