COBARDES, UNA PELÍCULA QUE DEBERÍAN DE PROYECTAR EN TODOS LOS INSTITUTOS

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Imagino que os pasará como a mí que cuando todo el mundo dice que una película es buena y la ves no te parece tanto y cuando todo el mundo dice que una película es mala sucede lo contrario, no te lo parece tanto o incluso piensas que al revés que has visto una película buena.

Pues, valga mi introducción, para que conozcáis mi opinión depués de terminar de ver Cobardes, la segunda película del dúo de directores José Corbacho y Juan Cruz que sorprendieron a todos con su Ópera Prima Tapas, una de las mejores películas españolas de los últimos años.

En Cobardes, Corbacho/Cruz nos cuenta una historia que pasa, y ha pasado, en todos los institutos de España y del mundo, el abuso de unos cuantos alumnos hacia el más débil con el consentimiento de toda la clase.

Siempre ha habido “abusos” y motes contra algún alumno que, por cualquier circunstancia, es el centro de todos los chistes y bromas de la clase: el gordo de la clase, el tartamudo, el pelirrojo, el gafotas, etc.

Lo que pasa que antes las bromas no pasaban de decirle su apodo “gordo”, “cuatro ojos” y, si acaso alguna colleja; en cambio, hoy en día, los abusos son ya de delincuencia juvenil robándole el desayuno, el dinero, el móvil y hasta dándole verdaderas palizas que son grabadas con los móviles y subidas a Internet, ¿qué juventud estamos criando?

Todo esto se ve reflejado en la película y, también, la culpa que recae en los padres que por falta de tiempo, ya que ambas partes del matrimonio están trabajando, como en el caso de los padres del “zanahoria”, interpretados por Elvira Mínguez y Antonio de la Torre, como en el resto de los padres de los alumnos.

Otra escena que sirve para reflejar la culpabilidad de los padres en la educación de sus hijos es en la escena donde la tutora de la clase reúne a todos los padres para informarle que sus hijos van a poder contar en el siguiente curso con atención de enfermería y un padre tiene encendido el móvil, le llaman, y contesta interrumpiendo a la profesora, una madre le dice que a su hija no le hace faltan que le informen de temas sexuales porque su hija se lo cuenta todo, otra madre que pregunta si les va a costar dinero, etc. Y, por último, un detalle muy importante es cuando el padre de Eduardo Garé (“zanahorio”), Antonio de la Torre acude a hablar con la tutora pues ésta le informa que su hijo va a ser expulsado dos días por robarle el móvil a un compañero y él le responde que cómo se van a apañar dos días con su hijo, pues ellos tienen que trabajar.

Lo peor de la película para mí es el personaje de niño acosador Guille (Eduardo Espinilla) porque, sinceramente, no tiene ni media torta por lo que no debería dar miedo a ningún compañero de clase.

También falla el final de la película, demasiado light y demasiado inverosímil. Lo más verídico hubiera sido o bien que Gaby (“el zanahoria”) se hubiera suicidado, como llega a pensar en la película cuando está jugando a un videojuego, o se hubiera armado con un bate o cualquier otro objeto contundente y le hubiera pegado una buena paliza a alguno de sus agresores, algo que también se ve reflejado en la película cuando imagina que usa el bate para darle en la cabeza a Guille, su acosador.

En definitiva, una película sobre el acoso escolar que deberían de proyectar en todos los institutos y de ver todos los padres del mundo para darse cuenta de este verdadero problema social.