CRÍTICA DE LA PELÍCULA “CARNE DE PERRO”: TIENE MUCHAS COSAS QUE APORTAR

Son pocas las películas chilenas que han demostrado tener tanto carácter como la que nos trae Fernando Guzzoni con “Carne de Perro“. Guzzoni en esta entrega cuenta una historia basada tan sólo en un personaje y la cuenta de una forma muy particular, renunciando a todos aquellos elementos que ayudan de alguna forma al público a conectarse fácilmente con el metraje.

La historia gira en torno a un chileno cincuentón, andrajoso y sin afeitar (Alejandro Goic), quien vive solo en un chalet bastante cutre, acompañado únicamente por un perro callejero. Es un hombre que tiene poco contacto con el mundo de afuera y está comenzando a padecer una crisis de ansiedad, pareciera que se haya desligado de todos los lazos que alguna vez tuvo. Llega a un punto en que desea restaurarlo pero ese pasado lo agobia y lo consume. Al parecer con esta información basta para que podamos entender las motivaciones y acciones de este individuo, porque el metraje prácticamente no nos dice nada más sobre él.

La película se limita a seguir su rutina y algunas discusiones: como la que tiene con un mecánico sobre la reparación de su coche, o con un hombre que conoce de algo sobre una cobertura médica, hasta con el propio médico sobre sus síntomas y su diagnóstico, y al final con su ex -mujer sobre la hija de ambos y otras cosas nunca explicitas.

Aunque a lo largo de la película nos logramos formar una imagen concreta del protagonista, es un perfil que nos cae bastante antipático, por lo que a menudo se nos dificulta seguir el hilo de sus preocupaciones y mantenernos en una historia que, como hemos dicho, se centra sobretodo en él mismo y en su vida cotidiana. Básicamente durante la hora y veinte de metraje, seguimos exclusivamente a Alejandro. Los recursos que ha usado Guzzoni, se basan en iluminaciones muy naturales; decorados sobrios y sucios, diálogos parcos, que rozan lo improvisado; o incluso los ya famosos planos de seguimiento pegados a la espalda del protagonista.

Todas estas arriesgadas determinaciones de la película, provocan que Alejandro Goic se lleve el inmenso peso de la cinta, y hay que decir que el tamaño desafío no le queda grande, más bien, da pie para que desarrolle una actuación formidable. Con soltura y entrega crea un personaje impredecible que con el más mínimo gesto es capaz de transmitir. De esta manera, compone la mejor actuación masculina que ha visto el cine chileno en mucho tiempo.

Sin duda, no es sencillo ver un filme con estas características, que se auto impone tantas limitaciones. En especial cuando desde el comienzo, tiene como protagonista a un hombre tan inseguro, tan poco amigable, con un pasado tan turbulento. Es difícil empatizar, pero está claro que no tiene como objetivo encantar a los espectadores; su fin es explorar con sus luces y sombras, a un personaje de diversas capas. Un filme que no es para todo público, pero que tiene muchas cosas interesantes que a portar.

Nota El Blog de Cine Español: 5,5.

Josmaira Quiroz

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