CRÍTICA “JOSEFINA”: UNA DE LAS PELÍCULAS DEL AÑO, CON UN ROBERTO ÁLAMO TOCADO POR LA GRACIA DE LAS MUSAS DE LA INTERPRETACIÓN

Javier Marco presenta su primera película en la sección “Nuevos directores” de la edición 69 del festival de cine de San Sebastián.

Josefina” es una obra que se ha hecho esperar y cuyo director ha tenido que demostrar que es uno de los más claros exponentes del cortometraje español. Con “A la cara” ganó el Goya 2021 al mejor cortometraje, siendo seleccionado también en festivales de talla internacional como el famoso Clermont Ferrand.

En “Josefina”, el director vuelve a contar con la colaboración del siempre convincente Manolo Solo, aunque esta vez en un papel secundario y más ligero. Los protagonistas son Emma Suárez y Roberto Álamo que interpretan a Berta y Juan, dos almas en pena. Ambos comparten la soledad desde puntos diferentes: Berta desde la pérdida reciente de la compañía, con su hijo en la cárcel y su marido postrado en la cama; Juan está acostumbrado a la soledad desde hace tiempo.

Javier Marco parece plantearnos el dilema de quién puede ser más infeliz ante la misma situación de soledad, ¿el que está acompañado y se queda solo, o el que siempre ha estado solo?, ¿conocer la felicidad y perderla, o no llegar nunca a tener la felicidad para no añorarla?

Los protagonistas entablan relación en un sorprendente autobús en el que no hay gente mirando el móvil, y ambas corrientes de soledad se mezclarán para ir creando un guion inteligente, repleto de pequeños detalles cotidianos (una tortilla de patata, un robot de limpieza desprogramado…). Dentro del guion, escrito por Belén Sánchez-Arévalo, nos encontramos con detalles que nos recuerdan a sus antiguos cortos, como la famosa cocina de “A la cara” o el comentario de las ratas que relacionamos con la magistral obra “Amianto” que pudo verse en la pasada edición del festival de cortometrajes de Medina del Campo.

Los homenajes y referencias no quedan aquí, Josefina era el verdadero nombre de la abuela de Javier Marco, ideal para la cinta que buscaba un nombre de persona mayor, que no estuviera de moda.

Miguel Bernardeau hace del hijo de Berta encarcelado, lamentablemente para algunos espectadores sus apariciones son breves y en muchas ocasiones a través de la pantalla del ordenador que vigila la cárcel. Esta sala de vigilancia se vuelve un “Gran hermano” desde el que se habla de banalidades, se leen frases famosas y hay un poco de humor, contrastando con el ambiente triste, pesado, y deprimente de lo que se ve al otro lado de la pantalla.

Con una gran actuación del dúo protagonista, quienes llevan toda la cinta a cuestas, hay que centrarse en la actuación excepcionalmente brillante de un Roberto Álamo tocado por la gracia de las musas de la interpretación. Álamo, con sus secuencias de hombre constantemente zozobrante, inseguro, frágil, bello por dentro, hace que estemos tensos en las secuencias de largos silencios y lleguemos a tener miedo de que llegue a romperse. Pocas veces se pueden ver actuaciones tan convincentes de un hombre inseguro, no acostumbrado a salir de su zona de confort, pero que se arriesga sin saber muy bien a donde va a ir a parar. En este caso, Roberto Álamo puede ir a parar a los Goya, lo que sería totalmente merecido y no sorprendería a nadie.

Nota El Blog de Cine Español: 8,5.

El infiltrado en San Sebastián

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