CRÍTICA PELÍCULA “LOPE”, NI BIOPIC NI ÉPICA PERO ENTRETIENE

El próximo 3 de Septiembre se estrena la película española “Lope”, una de las producciones nacionales más esperadas del año, sus 13 millones de euros de presupuesto la avalan pero, ¿habrán sido bien gastados?

Nuestra seguidora María Asunción Miquel nos manda su crítica para que nos vayamos haciendo una idea de lo que nos encontraremos en pantalla:

“Corre el Siglo XVI en la Villa de Madrid. Entre las bambalinas de un corral de comedias, Lope (de Vega) definirá su carácter, el de un encantador pendenciero, que es también visionario sobre el papel. “Yo lo quiero todo” no temerá sentenciar ante su amante, plenamente consciente del fragor del talento del autor (para gloria o arrogancia de su sino). A partir de esta escena queda todo dicho, si no estaba ya definido desde las primeras secuencias: Lope nos presenta un fragmento, una aproximación a medio camino entre lo biográfico y la ficción del llamado “Monstruo de la Naturaleza” cuando era sencillamente el hombre que regresa de la batalla de Isla Terceira y desencantado del drama bélico, desea gozar su suerte con la pluma y el ensueño de las tablas. Un joven con gracia arrogante, de impulso apasionado, que no teme el cáliz del amor o sus similitudes.

La cinta centra sus miras en sus pasiones y versos con la incombustible Elena Osorio (Pilar López de Ayala), la hija del promotor teatral Jerónimo Velázquez (Juan Diego) e Isabel de Urbina (Leonor Watling), muchacha de sangre distinguida. Dos mujeres de personalidades disímiles que se cruzan con el dramaturgo, en esta ocasión a la par, por exigencias de la trama. Como aquellos bardos del amor cortés, el poeta oculta el secreto amoroso bajo un distintivo, de modo que Elena será “Filis”, el amor carnal, y “Belisa” guardará el semblante de Isabel, el amor romántico y delicado.

Aquí empieza y termina el argumento, que parece diluirse de vez en cuando, como si desconociera el motivo del viaje. En honor a la verdad el director Andrucha Wanddington afirmó desde el principio que no se trataba de un biopic. Y es un aspecto clave a la hora de acudir a la sala: no se prioriza una absoluta y fiel cercanía histórica. Tampoco es una producción épica (se cuentan dos o tres las bravatas de las espadas). El guión no es redondo, sin embargo, goza de algunas secuencias cautivadoras como la del estreno de la Nueva Comedia, en la que la historia da un giro clave. O el reto poético que lanzan a “Lopillo” y que vence con un soneto tan brillante cómo la propia secuencia. De hecho, para aquellos que esperen de la cinta un transfondo mayor, hubiera sido interesante que continuara por estos derroteros y profundizara en el proceso que condujo a Lope de Vega de escribiente a reconocido literato. El coprotagonista de la Edad de Oro de la literatura española, junto a Cervantes, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares y fue secretario de aristócratas. Entre ellos, del Márques de Navas, a quien en la película le escribe poemas para su provecho.

Escenas como las referenciadas dan ritmo a la cinta, que comienza con cierta lentitud y decae a momentos, cuando logra en otros deleitar con sobrada presteza. No podría ser de otra manera con un Alberto Ammann inspirado a semejanza de su personaje. Con esa lumbre taciturna en la mirada y una feroz presencia en cada plano, que sin embargo no puede evitar eclipsar Pilar López de Ayala. Su interpretación es una corriente increscendo de desenvoltura y recogimiento. Cualquiera diría que ha nacido para captar la expresión de otras épocas y una nominación al Goya sería un digno colofón. La otra dama de la cinta, Leonor Watling no luce matices en su papel, pero representa con agrado la inocencia y encanto de Isabel. Entre las dos féminas, destacan Luis Tosar, que con Ammann comparte una química que en buen día descubrieron Eva Leira y Yolanda Serrano, y Juan Diego. Tan bizarro el gentilhombre, menos por los cabellos que acomoda, que causa el mismo efecto que las puntiaguadas barbas del personaje de Miguel Ángel Muñoz (al que todavía despierta extrañeza encontrarlo fuera de la pequeña pantalla).

Uno de los contrafuertes de la película es su cuidada producción. No se puede más que alabar su reproducción del Madrid de la época, la ambientación y fotografía, que resalta por los tonos ocres, intensos en interiores, y la claridad y palidez de la imagen a cielo abierto. Cuánto se agradece la caracterización poco aséptica del pueblo llano, del propio Lope. El Siglo de Oro no suponía las mejores galas en todas las fachadas. Otro aspecto radica en el uso del lenguaje, abandonando la premisa del vocabulario distinguido para contemporizar el mensaje. La banda sonora es deliciosa y en los créditos se descubre una plácida interpretación de Jorge Drexler.

Con Lope no se deja de tener la sensación de que estaba destinada a una mayor ambición, que el presupuesto y la materia prima podrían haber dado más frutos. Sin embargo, el sabor no es agridulce, todo lo contrario. Resulta grato, emotivo, tímidamente hermoso. Motivo suficiente para animar al espectador a vagar por los últimos versos que cierran la película y a no exigir más que las humildes gracias que ésta, dirigida al gran público, dispone con manifiesta voluntad.”

Nota El Blog del Cine Español: 6

Vía: Periodistas Digital