EL DRAMA DE SILVIA ABASCAL

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Abril del 2011. Silvia Abascal se está maquillando para su aparición en la alfombra roja de Málaga.
De pronto siente un terrible “latigazo en el oído. Como un líquido abrasivo que atravesaba mi cabeza”.

Le ocurrió delante de decenas de personas, y eso le salvó la vida. Los médicos la apodaron “la bella durmiente”, ya que en ese periplo de ambulancia, resonancia magnética y pruebas, ella iba impresionantemente vestida, peinada y maquillada de gala (Silvia es de las más espectaculares sobre una alfombra roja). Su ángel de la guarda en el hospital fue Verónica Forqué.

El diagnóstico reveló una malformación congénita que sorprendió a los especialistas, ya que ese tipo de afección se presenta en la infancia. Silvia tenía 32 años.

Toma la difícil decisión de someterse a una durísima y arriesgada prueba. La única que puede eliminar su problema, pero que le dejará secuelas de por vida.

Quizá las más molestas, la hiperacusia, una hipersensibilidad al sonido que le impide, por ejemplo, recibir un aplauso -paradojas del destino para un artista-, pero que le ha dotado de una intuición y sensibilidad enormes.

También están los acúfenos, sonidos permanentes en su cabeza. “Tengo dos. Uno es como un viento sobre mi cabeza. El otro es un pitido permanente, como se una alarma…¡muy relajante!”, ironiza Silvia, con una actitud ejemplar y un sentido del humor que no perdió ni en los peores trances. “Estoy negociando con ellos para que se vayan. Si te enfadas con los acúfenos, crecen”.

Pero lo peor ya pasó. La incertidumbre, el dolor extremo, la doble visión, la sordera, el no saber caminar y el tener que aprender todo.

“Las órdenes de mi cerebro no eran, ni son aún, las precisas. Lo más básico; coger un vaso, tocarme la nariz, mantenerme en pie en la ducha. Ya no hablo de cosas complicadas, como ir en tacones, conducir… Todo hay que aprenderlo de nuevo”.

Dice Silvia que no puede olvidarse de su otro ángel, Miguel Ángel Silvestre. Estuvo a su lado en los peores momentos y fue su brazo en su reaparición en los Goyas. Él nunca le ha pronunciado dos palabras que tiene que soportar de manera continua: “cuándo” y “ya”.

Silvia acaba de publicar “Todo un viaje“, un libro donde relata su periplo con su habitual optimismo.