CRÍTICA DE “LA NOVIA” (PAULA ORTIZ), EL SACRIFICIO DEL AMOR

Nos hemos adaptado a una vanguardia que impone el “menos es más”. Un minimalismo radical muy presente en la nueva explosión del cine latino, que suele acompañar a la perfección retratos hiperrealistas utilizando el menor número de recursos cinematográficos posible. Todos nos hemos dejado atrapar por esa tendencia, que aporta un auténtico grado de fuerza y veracidad. De algún modo, ‘La Novia’ es un mazazo que nos hace redescubrir la emoción del cine y exclamar desde nuestra butaca: “joder, ¡lo que nos estamos perdiendo!”.

Paula Ortiz sorprende en su segundo trabajo tras la fallida “De tu ventana a la mía” (2011) que, si bien dejaba intuir su plasticidad y estilo propio, ni remotamente se aproxima al grado de ambición aderezado de altas dosis de cine que desprende “La Novia”.

Esta abrumadora y excesiva sucesión de imágenes -con la partitura fundamental de Shigeru Umebayashi- supone un viaje sensorial para el espectador, aunque probablemente despierte sensaciones polarizadas y surjan detractores ante la apuesta firme por la evocación visual sin escatimar en escenas oníricas. Éstas rebosan las metáforas esenciales del universo lorquiano en forma de ejercicios estilísticos -¡qué hermoso el momento “noche de los cristales rotos”!- que nos dan pistas sobre el tormento de esa bella mujer encerrada en una lejana casa en medio de la tierra.

Basándose en una obra ampliamente adaptada a los escenarios, la película podría haberse dirigido hacia lo teatral. Sin embargo, se decanta definitivamente por la imagen: se podría decir que ‘La Novia’ es genuinamente cinematográfica y a su vez capta la esencia de Lorca, siendo gratificante el hecho de que nuevos realizadores apuesten por clásicos de nuestra literatura de un modo rompedor y a su vez con el loable propósito de homenajear y respetar su esencia.

La poesía es el arte más sensible y a su vez intangible como manifiesto de lo hermoso y de lo terrible. También suele ser un recurso incomprendido en el cine, y personalmente debo reconocer ciertas reticencias a encontrarme una sucesión de versos. Por ello, ha supuesto una grata sorpresa ese traslado de lo lírico a la imagen y descubrir también que las palabras están insertadas con elegante caligrafía, siendo digeribles para el gran público. Incluso se llega a echar en falta mayor protagonismo de los textos, a menudo fascinantes y poderosos y con el encanto de las palabras de otra época, alcanzando cotas de brillantez en la voz rotunda de Luisa Gavasa (junto al de Inma, el Goya más incuestionable).

Además de un evidente logro técnico y artístico -lo mejor del filme junto a sus interpretaciones- hay un guión inteligente y bien hilado, mostrando sutilmente los recovecos que encierra la historia, como las circunstancias familiares, los secretos bajo llave, las casualidades y los misterios.

Inma Cuesta hace el trabajo de su vida, dejándose piel y alma. Pocas actrices tienen el don de la mirada como ella y, tras sus notables incursiones en la comedia, vuelve a su escenario natural: las pasiones.
Asier Etxeandía es tan grande que debería estar rodando películas a un ritmo comparable al de Luís Tosar.  Álex García es otro de los actores más reivindicables del panorama actual, perfecto como el bello amante prohibido, atormentado por el deseo. Es imposible no sentirse conmovido tras el coreográfico duelo final de estos dos y su juego de miradas -qué atrevido, hermoso y original desenlace con homenaje a Cohen, admirador confeso de Lorca-.
Leticia Dolera es otra clave de la historia en esta colección de personajes rotos por dentro de dolor, y ella está pletórica, exprimiendo cada aparición. También debo mencionar muy especialmente a una magnética María Alfonsa Rosso como la bruja de este cuento de amor sin final feliz.

Puntuación El Blog de Cine Español: 9