
La nueva ola de cine español que ha tomado forma en los 2020s no es solo una cuestión de nombres de moda, sino de una sensibilidad distinta: más íntima, más incómoda y, al mismo tiempo, profundamente política sin necesidad de grandes proclamas. Mientras el público busca emociones fuertes en la gran pantalla y ofertas atractivas en una lista de casas de apuestas internacionales para acompañar las noches de ocio, directores como Carlos Vermut y directoras como Pilar Palomero están reescribiendo el lenguaje visual y temático del cine hecho en España. Sus películas hablan de deseo, culpa, adolescencia, maternidad y muerte, pero lo hacen con una mezcla de realismo cotidiano y atmósfera casi fantasmal.
Una nueva sensibilidad: de los monstruos cotidianos a las heridas íntimas
La década de 2020 ha consolidado una tendencia que ya se intuía en los 2010: historias pequeñas, personajes vulnerables y un foco claro en lo emocional. Carlos Vermut, con Mantícora (2022), y Pilar Palomero, con títulos como Las niñas (2020) y La maternal (2022), encarnan esta ola que prefiere los silencios a los discursos y el conflicto interior al gran espectáculo. Vermut explora el “terror cotidiano” de un hombre con impulsos inconfesables en una Madrid reconocible, pero filmada desde ángulos que huyen de los clichés urbanos. Palomero, por su parte, centra sus relatos en adolescentes y jóvenes madres que tratan de encontrar su voz en un entorno hostil y lleno de contradicciones.
Principales rasgos de esta nueva ola
A continuación se resume, en forma de lista, cómo se caracteriza esta corriente que conecta a Vermut, Palomero y otras voces recientes:
– Foco en personajes heridos, pero tratados con empatía y sin moralismo.
– Mezcla de realismo social con una estética muy cuidada, cercana al cine de autor europeo.
– Espacios cotidianos (pisos, colegios, centros de acogida) convertidos en escenarios de gran intensidad dramática.
– Presencia creciente de mujeres en dirección y guion, aunque la paridad aún está lejos: la representatividad femenina en el cine español ha pasado del 26 % en 2015 al 38 % en 2024.
Esta combinación de temas duros, mirada íntima y una estética muy pensada ha convertido a esta “nueva ola” en una de las más comentadas de la cinematografía española reciente, a la vez que conecta con tendencias globales de mayor diversidad y sensibilidad social.
Carlos Vermut: amor, monstruos y la ciudad sin postales
Carlos Vermut se ha consolidado como una de las figuras más singulares del cine español. En Mantícora presenta a Julián, diseñador de videojuegos con una vida aparentemente normal, que esconde impulsos pedófilos y un sentimiento de culpa que lo devora. No hay monstruos de CGI: el “monstruo” es interior, y lo perturbador nace del contraste entre la cotidianidad y lo innombrable.
| Película | Año | Rasgos temáticos clave | Rasgos estéticos destacados |
| Diamond Flash | 2011 | Trauma, violencia, personajes femeninos fragmentados | Bajo presupuesto, atmósfera enrarecida |
| Magical Girl | 2014 | Obsesión, chantaje, deseo | Puesta en escena geométrica, uso intenso de símbolos |
| Quién te cantará | 2018 | Identidad, memoria, suplantación | Imagen sofisticada, tono melancólico |
| Mantícora | 2022 | Culpa, deseo prohibido, soledad | Realismo frío, espacios domésticos inquietantes |
En Mantícora, la ciudad de Madrid aparece casi despojada de iconos turísticos. Vermut rehúye los monumentos para filmar barrios residenciales, metros y pisos anónimos, construyendo una urbe donde lo inquietante se esconde en lo ordinario. El romance entre Julián y Diana funciona como un intento desesperado de normalidad, una búsqueda de afecto que choca con la imposibilidad moral del personaje.
Todo ello sitúa a Vermut como una figura que se mueve entre el cine de género y el drama psicológico, aportando una mirada casi clínica, pero siempre sensible a la fragilidad de sus personajes. En la nueva ola de los 2020s, él representa el lado más oscuro y abstracto de los conflictos contemporáneos: la soledad hiperconectada, la culpa y el miedo a ser descubierto.
Pilar Palomero: adolescencias, maternidades y cuerpos vulnerables
Mientras Vermut explora los monstruos interiores de adultos aparentemente funcionales, Pilar Palomero coloca el foco en las etapas más delicadas de la vida: la adolescencia y la maternidad temprana. Las niñas retrata a una generación de chicas en la España de los 90, atrapadas entre la educación religiosa, la moral conservadora y los primeros deseos de libertad. La maternal sigue a una adolescente de 14 años, embarazada, que entra en un centro para madres menores, donde la realidad supera cualquier ideal romántico de la maternidad.
Películas y temas recurrentes en la obra de Palomero
La carrera de Palomero en los 2020s ya revela una coherencia temática y estética muy marcada:
– Adolescencia como zona de conflicto: tanto en “Las niñas” como en “La maternal”, las protagonistas viven un choque entre el entorno y sus deseos, sea en un colegio religioso o en un centro de acogida.
– Relaciones madre-hija complejas: la directora ha declarado que le interesa cómo las experiencias no vividas se heredan emocionalmente, y eso aparece en las tensiones, silencios y reproches entre generaciones.
– Estética próxima al documental: Palomero apuesta por cámaras próximas a los rostros, luz natural y un trabajo con actrices no profesionales o poco conocidas que refuerza la sensación de realidad.
– Cuerpos vulnerables: sus películas hablan de cuerpos que crecen, sangran, se embarazan; cuerpos sobre los que la sociedad opina, legisla y juzga.
Este cine no busca la lágrima fácil ni el sermón, sino la empatía. Palomero construye escenas incómodas, pero siempre desde una mirada cuidadosa hacia sus personajes, mostrando cómo las estructuras sociales (familia, escuela, asistencia social) afectan especialmente a las mujeres jóvenes y de clase trabajadora. Sus historias conectan de forma clara con debates actuales sobre igualdad, cuidados y salud mental, y ayudan a consolidar la presencia de directoras en una industria que sigue siendo mayoritariamente masculina.
Más allá de Vermut y Palomero: una generación y una industria en cambio
Aunque el foco de esta nueva ola se suele poner en nombres conocidos, lo relevante es que forman parte de un movimiento más amplio. El auge de directoras y autores jóvenes, el interés por relatos intimistas y el apoyo –todavía insuficiente, pero creciente– de festivales y plataformas digitales han creado un contexto propicio para que estas historias salgan adelante. En los últimos años, el porcentaje de películas españolas dirigidas por mujeres ha aumentado, especialmente en las producciones financiadas por el ICAA, aunque aún existe brecha en los presupuestos y en ciertos cargos técnicos.
Al mismo tiempo, otras cineastas como Sara Fantova, con Jone, a veces (2025), refuerzan esta línea de relatos sobre mujeres jóvenes en entornos obreros, mezclando vídeo doméstico, material documental y ficcional para hablar de identidad, familia y afectos no siempre aceptados socialmente. La sensibilidad social y ética de estas obras subraya que la “nueva ola” no es solo una etiqueta generacional, sino la expresión de un cambio cultural en España: mayor conciencia sobre género, clase, diversidad y violencia estructural.
En conjunto, el cine de Carlos Vermut, Pilar Palomero y sus contemporáneos ofrece un retrato complejo de la España de los 2020s. Son películas que dialogan con una audiencia acostumbrada a consumir contenido en múltiples pantallas, que quizás revisa una lista de casas de apuestas internacionales en el móvil mientras comenta la última película en redes, pero que también está dispuesta a enfrentarse a historias incómodas, lentas y profundamente humanas. Esta nueva ola no busca respuestas fáciles: prefiere hacer preguntas que resuenan mucho después de que se enciendan las luces de la sala.


































.png)





