CRÍTICA DE “KIKI, EL AMOR SE HACE”, UNA DE LAS MEJORES COMEDIAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO

Hoy llega en el momento en que mis pronósticos se hacen realidad 4 años después. Fue en Málaga, cuando ‘Carmina o revienta’, con su aura experimental y evocaciones amateur, me dejaban algo claro: Paco León había llegado para quedarse y, por mucho que afirmara que su incursión a la dirección era eventual, tenía mucho que ofrecer.

‘Carmina y Amén’, más depurada, domesticada, suponía un salto cualitativo manteniendo una mirada personal que confrontaba con el estándar cómico en el cine español contemporáneo. Este paso adelante salpicado de golpes de genialidad -la conversación entre Carmina y “la catalana” (Yolanda Ramos) está en el top de la comedia de los últimos tiempos- sufría de una irregularidad que deslucía el conjunto.

Con ‘Kiki, el amor se hace’, Paco León logra cuajar la gran comedia que todos demandábamos desde hace tiempo, siendo un trabajo casi redondo, inspirado y sin los altibajos narrativos de sus dos anteriores. Como me atrevo a afirmar en el título de esta crítica, estamos ante una de las mejores comedias españolas del siglo.

El filme nos narra cinco historias sobre filias sexuales sin recurrir a la burla o juicios. Riéndose desde el respeto y logrando que el espectador empatice con cada uno de los personajes, León logra huir de todo rastro de sordidez y a su vez jamás peca de complejos y pacatería. Tampoco huye de lo soez en pequeñas dosis y desde esa misma naturalidad, consciente de que lo guarrete también hace gracia (al que lo niegue no le gustará esta película).

La película es un disfrute interpretativo. Belén Cuesta es la revelación, con uno de esos personajes icónicos y con reminiscencias a María Barranco. Candela Peña y Alexandra Jiménez (suyas son dos de las escenas más inspiradas) tienen el don de la comedia, siendo dos estilos opuestos.
El ritmo no decae en ningún momento, rehuyendo del gag inocuo y buscando el humor en situaciones y diálogos hilarantes. Las historias conviven perfectamente y todas interesan, siendo tal vez la de Luis Bermejo la menos potente -aunque con una de mis escenas favoritas del filme-.

También destaca un cuidado apartado estético digno de elogio que, de nuevo, distancia a León de la comedia actual -con honrosas excepciones como Leticia Dolera o Javier Ruíz Caldera-.

En definitiva, la visión sobre el sexo no deja de ser un canto subversivo hacia uno de los grandes tabúes en nuestro cine. En una sociedad hipersexualizada y en la que subliminalmente nos meten el sexo desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, sin embargo, casi se ha convertido en un acto heroico tratar este tema tan desacreditado en nuestro cine. De hecho, ha sido interesante observar cierta corriente hater, prejuiciosa y, en mi opinión, repugnante, generada en RRSS.
Desde esa libertad desacomplejada, León demuestra que el sexo es uno de los elementos narrativos más potentes, especialmente en la comedia.

Puntuación: 8