CRÍTICA “LA PIEDAD”: EDUARDO CASANOVA VUELVE A SORPRENDER

El cine de Eduardo Casanova podrá gustar más o menos pero hay que reconocerle un excelente gusto artístico, con su color rosa marca de la casa, y que regala grandes personajes a los actores de su reparto. Si con “Pieles” logró una nominación a la actriz revelación para Itziar Castro, desde aquí no entendemos que Manel Llunell no esté entre los cinco nominados a mejor actor revelación en los próximos Premios Goya. Y, sorprendentemente, la veterana Ángela Molina también se ha quedado fuera a pesar de su brillante personaje de madre dictadora que no deja hacer nada a un hijo que ya ha superado con creces la adolescencia.

Ana Polvorosa vuelve a trabajar de nuevo con su íntimo amigo Eduardo Casanova, pero con un personaje con menos fuerza que en “Pieles”. También repite Macarena Gómez, una actriz siempre solvente. Sin embargo, destaca el trabajo de Antonio Durán, el padre desaparecido al huir de la opresión y la dictadura de su esposa, a pesar de tener pocas líneas en el guion de Casanova.

En “La Piedad” Eduardo Casanova mezcla temas que le obsesionan, y que ya ha tratado antes en sus cortos, como la política, aquí con su paralelismo de la relación madre e hijo con la realidad político social de Corea del Norte; lo escatológico, esas preguntas de una madre a su hijo de cómo ha hecho de vientre, y ese homenaje a su personaje de Eat my shit en los cereales; las relaciones de dependencia materno filiales; y su particular gusto sobre las personas físicamente diferentes.

Nota El Blog de Cine Español: 6.

P. D. Como he empezado esta crítica, “La piedad” te podrá gustar más o menos pero lo que está claro es que hay una escena que no se podrá borrar de tu mente en mucho tiempo. Y no es la de Ana Polvorosa miccionando.

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