CRÍTICA “VIAJE AL CUARTO DE UNA MADRE”: UN NOTABLE RETRATO DE LO COTIDIANO

Viaje al cuarto de una madre es una pequeña película presentada en el Festival de San Sebastián en la que recibió una mención especial en la sección de Nuevos Directores, y el premio del jurado joven. Narra la necesaria separación de una madre y una hija, que solo se tienen la una a la otra, tras la muerte del padre/marido que se sugiere a lo largo de la película apoyándose hábilmente en objetos recordatorios.

Es una película de bajo presupuesto, la mayoría de las escenas están rodadas en un piso y con pocos actores pero muy bien dotados. Es una ópera prima solvente de la debutante Celia Rico, apoyada en parte, en la cotidianeidad vivida por la directora, cuya madre también es costurera.

“A perro flaco todo se le vuelven pulgas”, parece ser la máxima que rige la vida de Estrella, (Lola Dueñas) cuando se le queman las faldas de la mesa camilla, ese nexo de unión con su hija, con el que empieza esta película. Leonor (Anna Castillo), inicia un nuevo horizonte en Londres y su madre sigue habitando esa misma habitación en absoluta soledad. Este es el mayor acontecimiento del guión, que a lo largo de la hora y media de metraje va engarzando la rutina junto a la ternura de una madre, creando una atmósfera en la que nos es más que reconocible esa lógica absurda de la que echan manos la madres cuando no están de acuerdo con algo, “¿y qué vas a hacer tú en Londres?”.

Hay una verdad inusitada siempre en Lola Dueñas, esta mujer deprimida e introspectiva que va a sufrir el “abandono” de su hija tiene una verdad apabullante en los gestos, las miradas y en la cadencia de sus frases. La actriz parece crear y sostener toda la intimidad que se vive en ese piso, sin el mayor esfuerzo, algo prodigioso. Le mantiene el pulso Anna Castillo, sobrada también de naturalidad, aquí conteniendo ese desparpajo tan reconocible que la caracteriza. Ambas están nominadas merecidamente en la próxima edición de los Premios Goya.

Es un muy buen retrato de lo asfixiante que puede ser el arraigo, cuando tu madre sin motivo abre la puerta de tu habitación y la deja ya abierta, rompiendo el escaso espacio de privacidad que hay en las pequeñas casas españolas, pero abriendo un portal infinito a la ternura y más de una vez, a la sobreprotección parental.

A la vez la película pasa por uno de los temas de más actualidad en los últimos años, la necesidad de emigrar de los jóvenes españoles, tanto de los preparados como de los que no, por una carencia de oportunidades reinante.
La fotografía corre a cargo de Santiago Racaj, estupendo hacedor de esa cálida intimidad en tonos apagados y el minucioso y cadencioso montaje lo realiza el director Fernando Franco.

Más que solvente retrato de lo cotidiano, de la relación materno-filial, nada manido ni impostado, que dispone de lo justo, la miniatura de la intimidad del cuarto de una madre.

Nota El Blog de Cine Español: 7

Chema López