ENTREVISTA A JUAN MANUEL COTELO, DIRECTOR DEL DOCUMENTAL “LA ÚLTIMA CIMA”

Entrevistamos en exclusiva a Juan Manuel Cotelo, director del documental “La última cima”, el sleeper español de los últimos años, pues contando con un bajísimo presupuesto (apostamos que menos de 60.000€), y sin nada de publicidad, lleva ya recaudados casi 500.000€.

Os dejo con la entrevista:

– Tu carrera como director de cine comenzó en 1998 con la película “El sudor de los ruiseñores”, ¿por qué no has vuelto a hacer nada más hasta “La última cima”?
– ¿Nada? ¡Si no he parado un minuto! Afortunadamente, no ha habido un día, desde hace 21 años, en que me haya faltado trabajo. Tengo la gran suerte de disfrutar como un niño en varios campos profesionales, que ejerzo con la mayor libertad, sin hacer depender mi sostenimiento -ni mi salud mental- de una sola opción. Soy contador de historias. Pero no planifico la historia que voy a contar a continuación, ni me empeño en contar algo si no surge esa historia que me conmueva. A veces las cuento como guionista, otras como director, actor, profesor, productor… Mi objetivo no es hacer muchas películas, ni muchos programas, ni muchos libros, ni dar muchas clases. En realidad, me conformo con contar una sola historia: la que tenga entre manos en cada momento, que no busco, sino que encuentro. Así nació mi primera película, cuando ni siquiera había pensado en dirigir cine. Y así ha surgido LA ÚLTIMA CIMA, sin querer conocer ni siquiera a su protagonista. Es lo hermoso de la vida: las sorpresas. Si a eso sumamos que doy prioridad al tiempo y a los esfuerzos que dedico a mi familia que lo que dedico a mi trabajo… me siento muy afortunado. Y, por eso mismo, no sé cuándo haré la próxima película.

– Según he leído, en un principio te ofrecieron la idea de rodar un documental sobre el sacerdote Pablo Domínguez Prieto y te negaste, ¿por qué?
– En primer lugar, no quería ni siquiera conocerle. ¿Qué me iba a aportar a mí conocer a ese cura? Con ello he descubierto el peligro de los prejuicios, que son minas que nosotros mismos ponemos en nuestro propio camino. Después de conocerle, murió a los 12 días. Me interesé por su faceta montañera, sin más intención que la de saber qué había sucedido en el Moncayo, una montaña fácil, para alguien como él, experto en alpinismo. En ese momento estaba centrado en otros proyectos de producción, para cine y televisión, y no pensé que la historia de este cura diera para una película. A medida que supe más cosas sobre él, cambié de planes, porque su vida me conmocionó.

– Creo que conociste a Pablo, ¿qué te sorprendió de él?
– Su alegría, su buen humor y su generosidad, sin condiciones, con quien se pusiera delante. En la breve conversación que tuve con él se puso a mi servicio, directamente. Y no era un cumplido. Luego he sabido que cumplía su palabra, prestando servicios pequeños o grandes a quien fuera. Más tarde descubrí por qué lo hacía: veía a un hijo de Dios, a un hermano, en cada persona.

– ¿Cómo se os ocurrió contar la vida de Pablo a través de las palabras de sus amigos y familiares?
–  No tenía sentido recurrir a una voz impersonal, en off, pudiendo contar con el testimonio vivo de quienes le conocían bien. Ningún actor es capaz de superar la autenticidad de alguien que no está actuando, sino que se expresa con espontaneidad, desnudándose ante la cámara.

– ¿Cómo estás viviendo el éxito en taquilla de tu documental cuando se preveía que iba a ser algo pequeño y limitado pues en su primera semana sólo salió con 2 copias?
– Con sorpresa y, sobre todo, con agradecimiento. En primer lugar, a los dos protagonistas de la película: Pablo y Dios. Si Pablo no hubiera vivido esa entrega a Dios, sirviendo a los demás, no hubiera habido película. Y también agradecimiento a los espectadores, no sólo por verla, sino sobre todo por los comentarios tan conmovedores que escriben en nuestra página web, implicándose con ello en su promoción, desinteresadamente.

– De seguir así, el documental “La última cima” puede pasar a la historia del cine español al convertirse en el más taquillero de nuestro cine, ¿qué opinión tienes sobre esto?
– No pretendemos competir con nadie, aunque exista un ranking. El éxito más importante está en comprobar que la historia conmueve y provoca al espectador para vivir de modo más generoso y alegre, al servicio de los demás. Y no hay estadística capaz de reflejar ese resultado tan profundo.

– ¿Cuál ha sido el presupuesto del documental “La última cima”?
– Muchas personas nos preguntan por el presupuesto de la película y, la verdad, es que no consideramos que sea un dato relevante y por eso no lo damos, sin que se pueda entender por ello que se trata de un secreto, ni mucho menos una falta de cortesía con quien lo pregunta. Permíteme que lo trate de explicar. En el mundo del cine es tristemente frecuente que el dato sobre el presupuesto se asocie con la calidad de la película. Si ha costado mucho… se supone que es mejor que otra que ha costado poco. De hecho, en los mercados te encuentras con que la primea pregunta es ésa, antes de que se vea la película. Si ha costado mucho… la vendes por mucho, aunque la película sea muy mala. Incluso sin que el comprador vea lo que compra. Y si te ha costado poco, la compran al peso, aunque se trate de una obra de arte. Nosotros no lo entendemos así. No valoramos la calidad de una película por lo que cuesta, sino por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. De ahí que nos resulte incómodo responder a la pregunta sobre el presupuesto y hayamos decidido no hacerlo. En cualquier caso, no resulta difícil aproximarse a la cantidad, viendo la ausencia de actores, efectos especiales, maquinaria audiovisual de última generación…

– Sinceramente, ¿crees que él éxito de este documental se basa en que están yendo a los cines los católicos más fervientes o están yendo a las salas personas de todo tipo de creencias religiosas?
– Muchos católicos se sienten identificados con la película y nos la agradecen, pero hubiera sido un error grave hacer una película sólo para creyentes, porque Pablo no establecía ninguna barrera con nadie, pensara como pensase o viviera como viviese. Es una película para todos los públicos, como el Evangelio. Lo demuestra la cantidad de comentarios favorables que firman personas que, para empezar, se declaran abiertamente ateos, agnósticos o indiferentes. A eso se suma que a los católicos les fortalece en su fe y les estimula a una vida más coherente.

– Siguiendo con el éxito de “La última cima”, hay que destacar que habéis logrado llamar la atención sin gastar un euro en publicidad, todo lo habéis basado en el uso de Internet con el uso de redes sociales, vuestra propia página web y notas de prensa a bloggers, ¿cuál es tu opinión sobre las nuevas tecnologías?
– Para mí ha sido la gran sorpresa, algo de lo que había oído hablar pero que nunca había experimentado. Nos hemos limitado a apostar por un tipo de campaña basada en la atención individual a las personas, en lugar de tratar de invadir su espacio vital. La clave no está en poner una página web y esperar a que guste o se conozca, sino en proponer a cada persona la participación libre en un proyecto con el que pueda identificarse. Si conoce el proyecto y le emociona, cada persona se convierte en el mejor transmisor posible del mensaje. No hay cartel, anuncio o cuña publicitaria que supere a una persona viva que transmite algo en lo que cree, y que ya ha experimentado en su propia vida.

– Para terminar, coméntanos las razones por las que deberíamos ir al cine a ver “La última cima”.
– No me gusta la palabra “deberíamos” porque en el arte existe una condición sagrada: la libertad de creación y la libertad de contemplación. Si se prostituyen esas condiciones previas, dejamos de hablar de arte y comenzamos a hablar de publicidad, ideología, propaganda o venta de ideas. En todo caso, me permito recomendar la película a quien aún tenga capacidad de sorpresa, de apertura mental y anímica a descubrir lo que aún no se conoce. Sólo con esa actitud abierta e ingenua puede uno disfrutar de cualquier manifestación artística y de la vida misma. Quien ya sepa todo sobre todo… perderá el tiempo viendo esta película y cualquier otra, ya que, al ser vista con prejuicios, tú mismo impides que te pueda aportar algo nuevo, tú mismo impides la comunicación. Y el arte es eso: comunicación de belleza.