CRÍTICA DE LA PELÍCULA “MANTÍCORA”: REGRESA EL MEJOR CARLOS VERMUT

De todos es sabido que Carlos Vermut es uno de los directores más talentosos de España, pero con esta nueva película vuelve a demostrar que también es uno de los más arriesgados.

La trama de “Mantícora” gira en torno a Julián, interpretado por un Nacho Sánchez (descubrimiento de Daniel Sánchez Arévalo en “Diecisiete”) que debería colarse en la temporada de premios. El protagonista se dedica a diseñar bestias y monstruos para videojuegos; como buen tópico de los informáticos, es retraído, tiene problemas para socializar y las relaciones con las chicas son complicadas o nulas. Esta contención que necesita el protagonista está lograda magistralmente por Nacho, quien consigue transmitir muchísimas sensaciones y llegar a mostrar un amplio abanico de registros sin casi gesticular.

El espectador puede captar la tensión eléctrica que existe entre él y el resto de protagonistas. Su mirada deja vislumbrar que algo no va bien, que algo fatal se va a desencadenar en breve. Esa capacidad del director para conseguir crear tensión tiene mucho mérito, más aún si tenemos en cuenta que no se utiliza música, exceptuando los últimos segundos del film.

Volviendo a la película y obviando la opinión del director, “Mantícora” y Carlos Vermut demuestran que se puede hacer buen cine personal, cine de autor, cine con un sello propio y arriesgado, fresco, sin caer en pedanterías ni extravagancias o alargar innecesariamente el metraje.

El prodigioso y calmado guion, así como sus diálogos, dan una naturalidad pasmosa a una película que va evolucionando a lo largo de los minutos, mostrando la verdadera personalidad del protagonista y de la propia película.

Paralelamente se muestra una forma de vida típica española o típica de Madrid, en donde vemos que el protagonista sale de tapas, a bailar, de cañas, al Museo del Prado, etcétera, incorporando de forma orgánica parte de la cultura española, como es el idioma catalán.

El monstruo que todos llevamos dentro y el momento de su salida, es uno de los focos de la película, haciendo el símil con las pinturas negras de Goya y los monstruos que el protagonista diseña. Estos monstruos podrían llamarse tabúes, creando un debate tanto dentro de la película como fuera, ya que en muchas ocasiones, el cine español no está dispuesto a tocar ciertos temas (algunas excepciones notables son “Patria” o “Lucas”).

Normalmente el miedo al estigma, a no tener éxito hace evitar tratar el tema, al igual que la pasa a Julián en el film. En este caso, Carlos Vermut no ha tenido dudas en tratar un tabú de forma inteligente. Otro ejemplo que toca “Mantícora” es la supuesta libertad que confiere la realidad virtual. En ambas realidades hay reglas que no se deben de cruzar.

Una película diferente, dinámica, cautivadora, con un particular uso del sonido que demuestra la capacidad de algunos directores españoles por ser originales, sin olvidar al público.

Nota El Blog de Cine Español: 8,5

El infiltrado