CRÍTICA “DESTELLO BRAVÍO”: EL DESTELLO QUE CAMBIÓ EL FESTIVAL DE MÁLAGA

Llega a nuestras pantallas el Premio Especial del Jurado y Mejor Montaje en esta última edición del Festival de Málaga. Estamos hablando del debut en la dirección de la extremeña Ainhoa Rodríguez. Un film que no ha dejado indiferente a nadie.

La rara avis de ‘Destello bravío’ es asumir sin consecuencias que deben ocupar en el espacio cinematográfico tantas formas diferentes de hacer cine como de sentir todo ese torrente de emociones y sensibilidad contenida que apreciamos en cada uno de sus fotogramas.

Durante el visionado de la obra podemos replicar un scroll infinito sobre la masculinidad tóxica y su repercusión en sociedades alejadas donde el recuerdo a la infancia, o al regusto de un dulce y apacible pasado, ocupa un lugar necesario para entender nuestro presente.

El relato de Ainhoa Rodríguez se vertebra en la construcción de momentos, todos sacados de allí donde se fabrica la monotonía y quehaceres del día a día, con la intención de, reunidos todos más que en forma en formato, recrear en el espectador un lienzo de realidad de una sociedad universal aunque afincada en un pueblo de Extremadura.

El ejercicio experimental y sensorial de la directora extremeña llega a los cines después de haber tenido en rotundo éxito de crítica y público en el Festival de Málaga 2021. Su creadora desarrolla un discurso tan fascinante como original acerca de la importancia de la hermandad y el legado cultural frente a doctrinas prescritas tras el paso de lo moderno y una sociedad evolucionada, aunque solo sea para algunos. Las diferencias entre el trato al hombre y la mujer en espacios olvidados con la inquietante presencia del futuro incierto coronan una opera prima inolvidable.

Imágenes impactantes, interpretaciones desgarradoras y una puesta en escena sobresaliente forman parte de la maestría de su directora Ainhoa Rodríguez. Una directora dispuesta a corregir en su relato con sabiduría diferentes momentos en las vidas de sus protagonistas, sacados de los confines de la realidad más absoluta, para saber mostrarlos en su forma y contenido, desprotegida de todo eso que podía oler a narrativa clásica sin razones oníricas, salvo en su alegato final. Un canto de amor a la imagen y el poder que ejerce sobre los espectadores.

Nota El Blog de Cine Español: 6.

Eduardo Parra
@EduaParra

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