CRÍTICA “LA ENFERMEDAD DEL DOMINGO”: BÁRBARA LENNIE SE CONSAGRA COMO UNA DE LAS MEJORES ACTRICES DE NUESTRO PAÍS

Bárbara Lennie se consagra como una de las mejores actrices dramáticas de nuestro cine. Sus últimos trabajosya lo venían confirmando, como su reciente papel protagonistaen Una especie de familia (2017), pero su interpretación de igual a igual junto a la siempre espectacular Susi Sánchez en La enfermedad del domingo no deja ya lugar a dudas (si es que alguien podía tenerlas). Ambas actrices —que, por cierto,habían trabajado juntas previamente nada menos que para Pedro Almodóvar, con dos pequeños papeles para La piel que habito, (2011)— soportan en su justo punto de tensión esta historia que, a pesar de su alto dramatismo, no resulta excesiva.

En La enfermedad del domingo, escrita y dirigida impecablemente por Ramón Salazar,Bárbara Lennie es Chiara, una mujer que después de treinta años decide ir en busca de su madre, Anabel (Susi Sánchez), quien la había abandonado a sus ocho años. Anabel, que había pasado su vida sin ahondar en ese pasado, casada nuevamente (su marido es interpretado por el argentino Miguel Ángel Solá) y con otra hija (Greta Fernández), recibe la visita no sólo con sorpresa, sino con un miedo más que visible ante este desafío de su pasado. El desarrollo, más que sugerente, del guion, arranca con la propuesta de Chiara a su madre de pasar diez días juntas.

La intensidad y tensión emocional que genera el hecho de que madre e hija pasen juntas unos días en la montaña después de un abandono de tantos años, da pie a numerosas sensaciones: miedo, rencor, sentimiento de culpa, decepción, ternura e incluso compasión; sacudidas que van no solo de un personaje al otro, sino también de los espectadores a los personajes. La incertidumbre, para Anabel, de no saber cuál es el interés de su hija en volver a verla y la presión de Chiara, que quiere pedirle el favor más difícil que cualquiera podría pedir, acrecientan la escalada emocional de la película.

Sin embargo, y a pesar de lo trágico que todo ello pueda resultar, sorprende la ligereza del filme, lograda por un exquisito diseño de producción y una sofisticada y seductora planificación. La belleza visual que nos regalan los encuadres y paisajes de la película (fotografía de Ricardo de Gracia), el aislamiento de la casa de Chiara, la naturalidad del guion y la claridad de la puesta en escena permiten tomar bocanadas de aire frente a una situación ante la que ninguno nos atreveríamos a respirar. Se agradece, en este sentido, que una película de tales características no haya caído en la necesidad de buscar momentos lacrimógenos para el público. No siempre la emoción se mide por las lágrimas, y este es un buen ejemplo, de los que no abundan en el cine español.

Nota El Blog de Cine Español: 8

Débora Madrid