CRÍTICA DE “EXODUS: DIOSES Y REYES”: UN FILM DE DESARROLLO PLANO

La historia de Moisés es un relato que Hollywood ha exprimido tan bien, que rara vez lo volvemos a ver en pantalla, pues pocas películas pueden superar a “Los Diez Mandamientos” de Cecil B.DeMille, un clásico imperecedero donde los haya (que nos hacen recordar que es tal proyectándola cada año en las televisiones españolas en Semana Santa o Fiestas Navideñas). Desde aquel film de 1956 no hubo otro intento similar respecto a la ambición de su propuesto…pero he aquí que Dreamworks quiso desmarcar alto con sus inicios con una adaptación animada de tal historia, dejándonos un film tan reivindicable como “El Príncipe de Egipto”, un sorprendente acercamiento cuyo paso del tiempo está tratando muy bien y que conseguía un relato para todos los públicos desde un punto de vista sorprendentemente maduro para un film animado en aquella época (tenía escenas muy impactantes). Bien, ahora Ridley Scott, ha querido contarnos esta historia con “Exodus: Dioses y reyes” y lo cierto es que, las expectativas, con un director como tal detrás de la producción, no podían ser mas elevadas. Y bien, ya visionada, os puedo decir que visualmente es una gozada, desde luego, pero la visión del director no aporta absolutamente nada a la historia ni a sus personajes, resultando un film de desarrollo plano.

La sinopsis oficial dice así: Del aclamado director Ridley Scott (Gladiator, Prometheus) llega EXODUS: DIOSES Y REYES, una aventura épica que narra la historia de un hombre cuyo coraje desafió a un imperio. Mediante los efectos visuales y el 3D más vanguardistas, Scott da nueva vida a la historia del desafiante líder Moisés (Christian Bale) y su rebelión contra el faraón Ramsés (Joel Edgerton), liberando a 600.000 esclavos en una épica huida de Egipto tras un terrorífico ciclo de mortíferas plagas.

No me suele gustar hacer comparaciones, pero aquí no me he podido resistir. Comentaba antes lo de “El Príncipe de Egipto” por una sola razón que la diferencia de Exodus enormemente: la emoción. Lo que en el film animado contaba con una menor duración una historia con unos personajes que conseguían conmovernos, en este film de Ridley Scott no se consigue prácticamente, en ningún momento, y es algo que no me importaría si la visión de esta historia tomara un rumbo diferente, pero es que, desgraciadamente, no lo hace. Cuenta la historia desde el mismo prisma con un guión que no deja posar a los personajes para que el espectador los acompañe en su viaje espiritual. Apenas hay interés mas allá del apartado visual, y sus personajes nos importan tan poco, que el film resulta plano y, hasta cierto punto, rutinario y monótono, pues al conocer la historia y ver que no plantea ningún tipo de visión nueva a la misma, el espectador asiste finalmente a un espectáculo que, sí, visualmente es una gozada para la vista, pero que al finalizar su proyección, no nos ha dicho nada. Y eso es por culpa de un guión que apenas resulta interesante, pues sus diálogos se sienten entrecortados, y mas allá de Ramsés o Moisés, no deja tiempo a desarrollar ninguno mas…y eso que la película dura dos horas y media.

Debido a ese problema, lo mismo podría achacársele a las interpretaciones…y no es por culpa de los intérpretes, pero da rabia encontrarse a reparto semejante y que apenas saque provecho de ellos mas allá de sus dos personajes centrales: el mas beneficiado de todos es sin duda Christian Bale, pues su personaje es el mas definido de todos, y lo cierto es que el actor está entregado al cien por cien (consigue que veamos el cambio que sufre el personaje, tanto física como espiritualmente, sobre todo, en unos momentos finales que me resultaron los mas interesantes de la función); Joel Edgerton resulta muy convincente como Ramsés, aunque su personaje quede dibujado superficialmente en su guión (apenas se le integran matices mas allá de que es el tirano de la función); pero los casos de John Turturro (que aparece 5 minutos), Sigourney Weaver (cuyo personaje, como decirlo…no aporta nada), Aaron Paul (que al menos consigue tener la conversación mas interesante del film) y Ben Kingsley (que tiene una escena…y ya) son de juzgado de guardia, pues no se les aprovecha absolutamente nada para el gran talento de estos actores (la sensación que da es que dicen frases sueltas en escenas concretas y ya). Al menos la mejor parada de todos los secundarios es la española María Valverde que tiene el personaje mas agradecido de la función interpretándolo con corrección.

Pero claro…esto es una película de Ridley Scott, y ya sabemos lo que eso garantiza: un espectáculo visual de primer orden. Y desde luego, en ese sentido, el film no decepciona en absoluto. Gracias a un 3D esplendido, que nos sumerge en Egipto con una facilidad pasmosa, la película cuenta con un diseño de producción impresionante en la que su director saca partido al máximo ante una producción que se nota que no ha sido para nada fácil, pues la totalidad del film se encuentra en exteriores (alguno de ellos en la localidad de Almería) y la cantidad de extras que tuvo que manejar se refleja en pantalla de forma increíble (4.500 aproximadamente). Igualmente podría decir de los efectos visuales, que se integran perfectamente (aunque en ocasiones resulten evidentes), aunque uno de los aspectos mas chocantes de la producción, me pareció la banda sonora, que viene firmada por Alberto Iglesias, pero que, siendo sinceros, si me dijeran que viene firmada por otro compositor como Harry Gregson Williams (que participó con Scott en El reino de los cielos), me lo creería, pues no aporta nada de su estilo, e intenta reforzar la épica sin conseguirlo (lo que viene siendo…que no parece una banda sonora del compositor español y se arriesga muy pero que muy poco).

Por eso, es una gozada visual ver como Ridley Scott maneja estos elementos con gran control y determinación (olvidándose, eso sí, de algo tan importante como sus personajes). Hay instantes en el film que, desde luego, y esto es innegable, resultan muy conseguidos, especialmente en su segunda mitad, que es cuando el buen Ridley Scott saca todas sus armas y se marca el espectáculo que deseábamos ver: la escena de las plagas consigue dejarnos anclados en la butaca gracias a un montaje incesante de todas ellas (con una aportación interesante como es el hecho de convertir el agua en sangre); las escenas con “Dios”, sin ser espectaculares, resultan las mas interesantes de la función por su propuesta (especialmente llamativa es su primera aparición); y el clímax final consigue destacar por todo lo alto (eso si, me encantó la escena del ejercito de Ramsés cabalgando por la ladera de una montaña…una escena espectacular), aunque tire por el camino del exceso (tornados y olas gigantes…todo en uno).

Pero como os decía antes, poco sirve que Ridley Scott se imponga visualmente cuando se olvida de insuflar emoción a una historia que, desde luego, la necesitaba. Dos horas y media de duración para que sus personajes nos digan muy poco o nada (salvo el caso de Moisés), es pedir demasiado al espectador que, desde luego, disfruta visualmente de la historia, pero que poco aporta a una historia que ya sabemos. Conociendo a Scott no me extrañaría ver una versión extendida de la misma, debido al poco aprovechamiento de sus personajes secundarios, pero no me sirve cuando en las dos horas y media de película apenas he sentido un atisbo de emoción por ellos. Así, Exodus se convierte en un juguete visual por parte de su director que, estará muy bien dirigida (y así es), pero que se conforma con contar la misma historia de siempre, pero sin emoción y con unos personajes a los que se profundiza muy poco.

Como decía antes…”El Príncipe de Egipto” te cuenta la misma historia en menos tiempo de forma mucho mejor, mas entretenida y mas emocionante. Y eso que aquella, era supuestamente infantil…

Nota El Blog de Cine Español: 4,5.

Manu Monteagudo