“LA COMUNIDAD”, DE ÁLEX DE LA IGLESIA: 7 CLAVES PARA ENTENDER UN CLÁSICO DEL CINE ESPAÑOL CONTEMPORÁNEO

Álex de la Iglesia regresa, esta vez con uno de sus títulos más emblemáticos: La comunidad. Estrenada en el año 2000, esta película demostró que todo lo valioso que el cine español aportó en el siglo XX no iba a quedar en el olvido. De la Iglesia, con conciencia, cariño e inteligencia, construyó una historia que reivindica nuestras raíces cinematográficas —lo bueno y lo malo— y reconoce a quienes, con pocos recursos, lograron posicionar el cine español en el mapa de la cinefilia mundial.

Veinticinco años después, el reestreno en 4K de La comunidad permite redescubrir una obra que no ha perdido vigencia. Más que una comedia negra, es una radiografía social que conecta con la tradición literaria y teatral española, al tiempo que dialoga con referentes internacionales. Estas son siete razones que explican por qué esta película ocupa un lugar central en la historia reciente de nuestro cine:

1. Persistencia de los problemas estructurales en España

Aunque ambientada en el contexto del pelotazo inmobiliario, La comunidad aborda conflictos que siguen presentes: especulación, precariedad habitacional, corrupción cotidiana y desconfianza vecinal. Como dice el propio De la Iglesia: “Si los problemas son eternos, las películas son eternas”. El filme se convierte así en una metáfora de la repetición cíclica de las patologías sociales españolas. Sus personajes nos resultan familiares porque forman parte de nuestro día a día.

2. La antiheroína como figura central

Julia, interpretada magistralmente por Carmen Maura, representa una protagonista femenina activa, ambigua y enfrentada a un entorno hostil. El personaje, originalmente escrito para un hombre, se transforma en una “extranjera en su propia comunidad”, aislada frente a un colectivo masculinizado y voraz. Quieren dinero —o cualquier otra cosa— y lo quieren todo, ya. Este cambio de género convierte a La comunidad en una obra pionera en términos de representación. Cada vez que la veo, no puedo evitar pensar en Rosemary’s Baby. No sé si ese paralelismo está en el subconsciente de Álex de la Iglesia, pero en el mío sí.

3. El dispositivo coral y el teatro de lo grotesco

¿Quieres saber cuál fue la edad dorada del cine español? De la Iglesia nos da pistas: Atraco a las tres, El verdugo, La residencia, y esa visión oscura de La gran familia. La comunidad se estructura como un “teatro de vecindad” donde cada personaje encarna una tipología reconocible. El reparto —Sancho Gracia, Terele Pávez, Emilio Gutiérrez Caba, Kiti Mánver, Luis Tosar, Antonio de la Torre— forma un microcosmos coral que convierte el edificio en una metáfora de la sociedad española.

4. Una puesta en escena entre el cómic y la arquitectura cinematográfica

La estética de La comunidad remite a la España de los años sesenta y setenta. El diseño de personajes y espacios refuerza la atemporalidad del relato. Nada de lo que vemos nos resulta ajeno. De la Iglesia construye los escenarios con una visualidad que recuerda a 13, Rue del Percebe de Francisco Ibáñez. La escalera central funciona como eje narrativo, y la secuencia final en los tejados de Gran Vía inscribe la película en la tradición del cine de alturas, con un sabor castizo inconfundible.

5. Intertextualidad y cultura popular

El cine se alimenta del cine, y los grandes directores saben cómo trasladar sus influencias a la pantalla. Álex de la Iglesia lo logra con maestría. La comunidad está tejida con referencias que van desde Polanski y Hitchcock hasta guiños contemporáneos como Matrix o Star Wars. Esta mezcla entre lo culto y lo popular configura un discurso posmoderno donde la parodia convive con la crítica social.

6. Continuidad de una tradición literaria y teatral

¿Quién dijo que el cine de Álex de la Iglesia no tiene profundidad? Algunos lo han afirmado, pero están equivocados. La comunidad es un espejo del pasado y del presente español, sin ánimo de comparar, pero sí de contemplar. La idea del vecindario como metáfora de la nación se nutre de obras como Historia de una escalera de Buero Vallejo, La colmena de Cela y El pisito de Ferreri y Azcona. De la Iglesia actualiza esta tradición con un tono grotesco y esperpéntico, reflejando “esa España que juega a la quiniela, pero sigue encerrada en su castillo particular”.

7. Legado e influencia en la cultura audiovisual contemporánea

Aunque solemos decir que las películas se parecen entre sí, en realidad lo que hacemos es copiar lo excelente. La comunidad ha dejado huella en series como Aquí no hay quien viva y La que se avecina, donde el edificio se convierte en escenario de un costumbrismo deformado y reconocible. También propuestas recientes como Votemos o Solo asesinatos en el edificio dialogan —conscientemente o no— con esta representación del vecindario como laboratorio social.

Eduardo Parra

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