“La abuela y el forastero” (L’Àvia i el Foraster), dirigida por Sergi Miralles, es una producción independiente que se queda en la memoria del espectador porque su historia logra llegar al espectador. También se queda en la memoria el trabajo del actor Kandarp Mehta y por eso apostamos por entrevistarle y conocerle más.
Os dejamos con nuestra entrevista al actor Kandarp Mehta:
– ¿En qué momento descubriste que querías dedicarte también a la interpretación?
– De verdad no lo sé. Creo que siempre sabía que me gustaba la interpretación. Tanto en el colegio como en la universidad, cuando tuve la oportunidad, intenté participar en las actividades teatrales. De hecho, en la universidad, en el concurso de ‘Skits’ (un sketch cómico), por dos años seguidos mis obras ganaron el premio del mejor ‘skit’. Después de acabar la universidad, cuando ya estaba trabajando, empecé ir a L’Alliance Française para estudiar francés y hacer teatro con el grupo de teatro. Allí tuve la oportunidad de hacer obras en gujarati, inglés y francés. Mi amiga Raquel Barrera, quien dirigió el documental ‘Camino a Bollywood’, fue la primera persona que me dijo que yo debería apuntarme a un curso de teatro y dedicarme a esto. Pero creo que siempre sabía que algún día haría algo relacionado con interpretación.
– ¿Cómo compaginas tu vida como docente y experto en economía con el mundo del teatro y ahora del cine también?
– Es muy difícil. Intento organizarme en la mejor manera posible, pero cuesta mucho. Me gusta mucho mi trabajo como docente e investigador. Me encanta interactuar con los alumnos y participantes de mis cursos en distintos países. Pero también me encanta interpretar. Temo la llegada del día cuando tenga que elegir una de las dos cosas.
– ¿Cuéntanos sobre tu decisión de emigrar y cómo fue tu llegada a Barcelona? ¿Cómo fue el proceso de adaptación al nuevo territorio?
– Emigré a Barcelona por IESE Business School, donde trabajo actualmente. Yo quería hacer un doctorado y cuando empecé a solicitar admisión en los programas doctorales, decidí intentar solicitar admisión en países distintos. Entonces, IESE salió como la mejor escuela ‘no estadounidense’ en los rankings de la revista Business Week y mandé mi solicitud allí. Además, era una escuela con un enfoque sobre administración general de las empresas (general management). IESE fue la primera escuela que me aceptó como el alumno y además tuve la beca completa. Y así decidí venir a Barcelona.
La llegada fue interesante por no decir complicada. En el avión que salió de Mumbai hacia Frankfurt, había una señora mayor que estaba sentada a mi lado. Empecé a hablar con ella. Ella me preguntó: “¿Vas a España?, ¿hablas español?” Yo respondí: “No”. Ella me dijo: “¿Sabes si es fácil aprender español?”. Yo le respondí: “No lo sé”. Ella me preguntó: “¿La gente entiende ingles en España?” Yo dije: “No lo sé”. Ella me preguntó si había una comunidad india en España. Yo dije: “no lo sé.” Ella preguntó si tenía amigos en España. Yo respondí “No”. Ella me pregunto, “¿Conoces a alguien allí”, yo dije “¡No!”. Ella me preguntó si era fácil encontrar los ingredientes para la comida India aquí. Yo respondí: “no lo sé”. Y ella, con mucha preocupación maternal me preguntó: “¿Entonces, por qué te vas allí?” Y yo respondí, “Porque no había pensado en estas preguntas antes.”
El proceso de adaptación al nuevo territorio quizás fue difícil, pero yo no lo recuerdo así. Creo que cuando algo te hace ilusión, aunque presente problemas, no te cuesta hacerlo. Llegué a Barcelona con muchísima ilusión. Era un nuevo país, nueva vida, nuevos idiomas, nuevas personas, nuevas amistades. Era una oportunidad única. Me sentí muy afortunado y recibí esa oportunidad con brazos abiertos. Y Barcelona también me aceptó con los brazos y el corazón abiertos. Tengo que agradecer a dos personas. Sara Barrera y Raquel Barrera. Son dos hermanas y son muy amigas mías. Sara fue mi primera amistad en Barcelona. Ella me presentó a su hermana Raquel. Raquel entonces había acabado recientemente sus estudios cinemáticos en la escuela de cine CECC. Al principio casi todos los amigos fuera de IESE, en Barcelona, eran gracias a ellas. No solo esto, gracias a Raquel, también pude participar en proyectos suyos como documental, cortometraje, video corporativo o videoclip.
– ¿Hay alguna cosa que te llamara especial atención de la cultura y la manera de ser en Cataluña?
– Al principio un montón de cosas. India es totalmente diferente. Desde los idiomas, hasta la comida, la sociedad, las religiones, las mascotas, animales callejeros, cantidad de gente por todos los lados, los comercios ambulantes, etc. Una diferencia importante entre la cultura mía y la de Cataluña era el concepto de ‘privacidad’. Era muy común hablar con las personas alrededor en india. Por ejemplo, yo nunca había llamado a alguien antes de ir a su casa. También mis amigos o familiares nunca llamaban antes de venir a nuestra casa (también porque hasta el año 1997 no teníamos teléfono en casa tampoco). En un viaje en un tren o avión tu acababas hablando con toda la gente alrededor. Mi compañero de piso, que también era de India y llevaba más tiempo aquí, siempre me decía “No hables con la gente en el metro. Estás molestando a ellos.” Pero poco a poco me di cuenta, que al final, somos más parecidos que diferentes. Los conceptos como amistad, familia, amor, identidad son más parecidos.
– ¿Cómo conseguiste hablar catalán con tanta fluidez?
– Escuchando a la gente e intentando hablar vez en cuando. No he tenido la oportunidad de aprender formalmente en una escuela de idiomas ni castellano ni catalán. Pero creo que dos factores me han ayudado mucho. Primero, la proximidad fonética que tiene mi idioma con el castellano. Segundo, el teatro. Aprendí castellano básico al principio, imitando a los demás (como hacen los niños), pero lo mejoré haciendo el teatro con mis compañeros en el grupo ‘Siete Velas’ que habíamos creado en 2008 en Barcelona. En el año 2012 tuve la oportunidad de trabajar con la compañía de teatro, La Cubana. Allí al principio todo el mundo me hablaba en castellano. Y un día decidí intentar hablar en catalán. Y así aprendí hablar en catalán.
– ¿Puedes hacer una breve descripción del personaje de Samir que interpretas en L’Àvia i el Foraster?
– Samir viene de Pakistan y vive en un pueblo de Valencia dónde trabaja en una frutería. Pero en Pakistan Samir era un sastre. Su suegro tenía un taller grande en el centro de Lahore. Samir venía de la zona de Sind, pero luego fue a Lahore para trabajar con su suegro. Actualmente él es viudo y vive con su hija Dahlia en Alcalá de la Serra, un pueblo pequeño en Valencia rural. Samir es un hombre comprometido, agradecido, y un poco asustado. Está asustado por las dificultades que ha tenido que sufrir y le preocupa siempre el bienestar y el porvenir de su hija. Sus experiencias en la vida le han enseñado tres cosas. Primero, no entrar en el conflicto con nadie. Siempre mantener la distancia y respeto hacia todo el mundo. Segundo, nunca tirar la toalla para cumplir los sueños de su hija. Y tercero, no hay que olvidar de agradecer a la tierra y la gente que le ha acogido y aceptado.
– ¿Cómo fue el proceso de construcción del personaje? ¿Partiste de vivencias propias?
– El proceso de construcción del personaje fue muy interesante. En el cine los artistas son el director y el escritor o el guionista. Los actores a veces son simples ejecutores de la visión de los artistas. El personaje de Samir está muy bien escrito. Me hizo mucha ilusión saber que era una persona de Pakistan. Yo soy de India y siempre he tenido curiosidad por la gente normal y corriente de Pakistn.á ¿Qué piensan ellos? ¿Cómo nos ven? Hasta hace menos que un siglo éramos el mismo país. Y ahora no. Entonces, la primera vez cuando leí sobre Samir, era como conocer a un hermano que nunca conocí. Principalmente tres factores contribuyeron en el proceso de la construcción del personaje; la orientación que recibí de Sergi y Mila, mis experiencias propias, y Formación y observación.
La orientación que recibí de Sergi y Mila: Samir es un inmigrante pakistaní pero también es un cristiano. Así que una persona que siempre había formado parte de la minoría, tanto en su país natal como en España. Al principio lo imaginé como una persona con cierto rencor hacía la sociedad por todo que hubiera sufrido. Pero la primera charla con Sergi fue fundamental en el proceso de la construcción. Sergi había dicho que el veía mucha paz en el personaje. Hablando con Sergi y Mila, me di cuenta de que no era una persona con rencor, sino era una persona agradecida. Agradecida a todo lo que había ofrecido la vida. La directora de casting Núria había definido a Samir como una persona ‘Zen’. Y eso me ayudó mucho.
Mis experiencias personales : También me ayudó recordar a los personajes que había conocido en India. Personas como Samir que pertenecen a la comunidad cristiana en India y Pakistán, a veces suelen ser personas de clase media-baja – personas con pocos recursos económicos. Yo había nacido en un hospital que pertenecía a una misión y mi abuelo materno que trabajaba como contratador de manos de obra en una fábrica de textil muchas veces contrataba personas con nombres cristianos que venían a hacer trabajos físicos en la fábrica. Además, intenté hablar con personas creyentes y entender su relación con la fe y como afecta la fe a su relación con el trabajo y sociedad. Intenté pensar en todo esto y pensé, ‘¿Cómo definiría a esas personas?’. Y me salía una palabra – la ‘humildad’. Y definí la humildad como el valor base de este personaje.
Formación y observación: Después vinieron otros elementos fundamentales. La habilidad de Samir como un frutero y un sastre. Para entender mejor los movimientos y el lenguaje corporal de los fruteros fui a una frutería que se llama Tutti Frutti, en Sant Joan Despi, casi cada día. Compré muchas mandarinas. Inclusive, un día me senté en una cafetería en frente y observé a los fruteros. Luego, para dominar la sastrería, la producción me ayudó. Me buscaron a una profesora de sastrería en el barrio de Gracia. Se llama Flor. Con ella aprendí y practiqué mucho. El ayudante de dirección Eduardo Huete, vez en cuando, me hacía un pequeño examen para ver mi avance.
– ¿Cómo fue el rodaje? ¿Puedes contarnos alguna anécdota o momento especial durante las semanas de grabación?
– El rodaje fue, sin dudas, una de las mejores experiencias de mi vida. Conocí a un equipo de profesionales excelentes y artistas de altísimo nivel. Estuve hablando muchas horas con Neus Agulló. Aprendí mucho. Ella fue muy generosa conmigo. Muchas veces me explicaba porque ella actuaba en cierta manera. Como elegía su acción. Fue un curso de interpretación para mí. Lo mismo con Carles Francino. Él siempre estuvo disponible para hacer los ensayos, pasar el texto y también dar su opinión sobre lo que hacía y si podía mejorar.
Un día estuve hablando con Amparo Gascó, que interpreta el papel de Pura. Ella me dijo que tenía 90 años. Siempre quiso actuar, pero no pudo por varias razones. Y su sueño se hizo realidad a los 90 años. Escuchar su historia me fascinó. El día que Amparo acabó su parte de rodaje, agradeció a todo y tenía un brillo y satisfacción en la cara que no había visto antes. Despedirla me emocionó. Pero no quería que lo viera nadie. Fui a un cuarto vacío para llorar. Alba Iranzo del equipo de dirección me vio, y nos abrazamos sin decir nada.
Mi último día fue el día más emocionante. Poco a poco cuando acercaba el final del rodaje, empecé a darme cuenta de cuanto lo disfrutaba. Cuando hice mi última escena, eran las 3 de la madrugada. Y vino Sergi a darme un abrazo y me regaló el ‘kit’ de sastre que usé en la película. Y no pude contener mis lágrimas. Nunca imaginé que algún día podría llorar como un niño. Y esa madrugada lo hice. Y cuando acabé yo era la persona más feliz del mundo.
– ¿Cómo fue recibir el premio a Mejor actor en el Festival de Cine de Alicante?
– Fue una sorpresa. No lo creía. Sigo sin creer. Estoy muy agradecido por ello. No sé si la vida me ofrecerá otra oportunidad como ésta. Pero estoy muy agradecido a Sergi, Mila, Neus, Carles, todos los actores, todo el equipo y al universo.
Al final, solo quiero decir una cosa. Al principio L’Àvia i el Foraster era una historia muy interesante y bonita para mí. Lo veía un guion muy bien desarrollado. Pero, ahora, después de un año y después de escuchar a Sergi más veces, me doy cuenta que es una carta de amor de Sergi y Mila a mucha gente. Y me siento muy afortunado y agradecido por ser una de las letras en esta carta de amor.