“EL ICAA NO SOLO NO ME HA APOYADO, SINO QUE ME HA COSTADO DINERO”. ENTREVISTA A JONATHAN CENZUAL, DIRECTOR DE “EL PASTOR”

Este viernes 7 de julio se estrena la película El Pastor, una producción independiente rodada íntegramente en castellano que ha logrado ser estrenada en salas de cine de Reino Unido y ha pasado por más de una veintena de certámenes internacionales, cosechando reconocimientos como el Premio a Mejor Película, Director y Actor Principal en el Festival de Raindance en Londres.

A modo de crítica social con tintes neo-noir, el filme nos presenta una potente fábula sobre la codicia, rodada en Salamanca y protagonizada por Miguel Martín (Celda 211), en la piel de un pastor solitario que reivindicará su estilo de vida enfrentándose con sus vecinos cuando unos promotores se interesan por sus terrenos.

Con motivo de su llegada a las salas españolas, hemos entrevistado a su director y guionista, el cineasta salmantino Jonathan Cenzual (El año y la viña, El alma de las moscas).

– El Pastor ha sido noticia por haber logrado estrenarse en Reino Unido antes que en nuestro propio país, ¿cómo lograste acceder a ese mercado? ¿La película va a estrenar en más países?

Estrenó en Reino Unido principalmente por mi relación con la distribuidora, que ya se encargó de mis anteriores trabajos -que también se estrenaron en Reino Unido-. Ya al leer el guión se interesaron y no solo se quisieron involucrar desde el punto de vista de la distribución, sino también de la financiación. También se va a estrenar en Estados Unidos y se está cerrando acuerdos en otros países.

– También sorprende su recorrido por festivales internacionales.

Sí, ha estado en 22 o 23 festivales. La verdad es que ha dado la vuelta por todo el mundo. Tras su estreno en el festival de Montreal pasó por Londres -donde ganamos el premio a mejor película, mejor director y mejor actor principal- hasta de México, Guadalajara, Estados Unidos, Budapest, Noruega, India, Irán, etc.

– ¿Qué apoyos habéis recibido a nivel institucional?

Ha sido todo por nuestra cuenta, excepto una ayuda para la producción desde la diputación y ayuntamiento de Salamanca. Sin ella no hubiera echo la peli, por lo cual les estoy muy agradecido.

– ¿Crees que en nuestro país faltan medios de apoyo para promover nuestro cine de autor en la escena internacional -en distintos países hay organismos específicos para ello-?

Eso aquí prácticamente no existe. El ICAA cuenta con una subvención para la promoción de películas cuando han estado en determinados festivales internacionales, y a mí me pasó que, cuando me seleccionaron para Guadalajara, yo miré la lista y vi que este festival siempre había estado incluido. Me puse en contacto con el ICAA para informarles de que había seleccionado y quería saber si lo iban a tener para este año, y me dijeron que sí, que se basaban en la lista del año pasado y me darían 4.000€ presentando todos los gastos después del festival. Entonces, cuando volví del festival presenté los recibos y me dijeron que Guadalajara no había sido incluido en la lista de este año… Es decir, a mí no solo no me han ayudado, sino que me ha costado 4000 € de mi bolsillo.
No es ya una cuestión de si hay o no subvenciones, es que si no las hay que no te digan que te las van a dar, te gastes el dinero y luego no te la den, porque si lo sé de antemano no me lo gasto. El ICAA no solo no me ha apoyado sino que me ha costado dinero.

– ¿Te esperabas la buena acogida crítica de medios internacionales?

En este aspecto uno siempre está dividido entre el lado de la arrogancia y el orgullo y luego el lado más realista y pesimista. Creo que todo artista que crea algo cree que tiene calidad, pero nunca sabes cómo lo va a recibir el resto. Yo sé que la película es buena, al menos para mí, pero el hecho de recibir buenas críticas y ver que la gente ha captado la belleza y mensaje que tú has tratado de transmitir te da un respaldo, no solo emotivo, sino también artístico.

– Siendo una historia local desarrollada en las llanuras de Salamanca, pero a su vez universal, ¿qué es lo que más ha llamado la atención al espectador de otros países?

Les ha llamado la atención el tempo tan especial que tiene, porque no se adhiere a ningún canon, sobre todo dentro del tipo de cine actual, que es mucho más rápido (en los 60-70 no tenían tanta prisa). Al inicio mucha gente de la industria me dijo que el principio de la película era demasiado lento y largo, y ahora me he encontrado que la crítica ha coincidido mucho en valorar especialmente esa primera parte. Yo me negué a cortar nada, por lo que me alegro de que haya funcionado. Luego, el final también ha sido algo que ha dividido y eso es algo que me parece muy positivo, porque crea debate.

– ¿Tuviste claro desde el inicio de la escritura ese arriesgado final?

Sí. Siempre supe que debía terminar así. Era el camino más lógico y más representativo de la situación, lo cual no quiere decir que sea el más o menos verosímil. No quería que esta película brillara desde la originalidad como mis anteriores, donde podía haber más realismo mágico. Esto quería que fuera una crítica social a través de cine negro. Necesitaba que la gente reconociera lo que estaba viendo y que fuera un poco como “Crónica de una muerte anunciada”, el libro, en el que sabes desde el inicio que algo malo va a pasar.

– Sin embargo, yo personalmente esperaba otro final. A mí sí me pilló por sorpresa.

¿Sí? Es que divide bastante. Hay gente que se lo ve venir y gente que no. Es interesante porque desde la escritura yo lo tengo muy claro, pero luego es un enigma desde el lado espectador, porque él sí conserva ese misterio. Cuando hablo con el público siempre me descubre otros puntos de vista.

– Hay una transición de géneros bastante interesante, del cine reflexivo -que nos puede recordar al autoral latino-, al drama social y el thriller. Háblanos de esa combinación.

No es algo que me plantee al principio. Sí que es cierto que presenté el proyecto como un western, porque era la mejor forma de que la gente entendiera cómo era la película en la que iban a invertir. Los cambios surgieron por lógica, empezando con esa reflexión necesaria para empatizar con Anselmo y estar de su lado. La mayoría de la gente no vive como él y para luchar su batalla y enamorarte de él necesitas entender su forma de vida y saber qué va a perder. Por eso empieza de un modo tan bucólico, con esa banda sonora y esa paleta de colores. Te das cuenta de que este hombre se siente completamente realizado con su vida. El cambio a thriller es muy orgánico, como una bola de nieve. Esa tensión va in crescendo y tenía claro que el final debía ser 20 veces más rápido que el inicio.

– Eres responsable de la fotografía, uno de los aspectos esenciales del film. Por momentos tiene una belleza casi pictórica, ¿cuál era tu propuesta visual?

Soy muy perfeccionista con el apartado fotográfico. Creo que el cine es usar la fotografía para contar historias. Tuve una visión clara desde el principio. Quise usar cámara de mano para acompañar siempre a Anselmo y tener una visión muy clara de la situación, combinando con los planos de los paisajes de la meseta y creando una claustrofobia. No se trataba de hacer una fotografía bonita y bien compuesta, sino de transmitir una sensación y un mensaje. La película pasa de los colores bonitos y amables a un tono más nuboso y pesado.

– Me pareció encontrar elementos religiosos, como la escenas pastorales, la codicia, música e incluso la historia en sí. ¿Fue algo intencionado?

En principio no buscaba eso. Yo no soy religioso pero. Sí hay una cita bíblica al principio, porque yo quería usar algo que describiera la película y que la gente supiera que iba a acabar mal. También me gustaba usar la Biblia porque para mucha gente es un poco “la ley”, se rigen por ello y tiene un gran peso.

– ¿Qué te llevó a escoger a Miguel Martín para interpretar a Anselmo?

Llegó por un amigo en común, Gabriel Velázquez -Ärtico, Análisis de sangre azul-, director de cine. Le llamé explicando que iba a hacer una peli en Salamanca y me hacía falta un actor profesional de aquí, ya que en mis películas anteriores siempre había trabajado con familiares y amigos y no tenía ese tipo de contactos, y él siempre ha trabajado con actores salmantinos. Le dije: “quiero a alguien que parezca que esté tallado en madera”. Entonces me dijo que usara a Miguel. En cuanto lo conocí, visualmente supe que él era Anselmo, pero ya no fue solo una cuestión visual, es que Miguel se convirtió en Anselmo. Él tiene experiencia en cine y teatro y entendía el hecho de volverse ese personaje.

– El Pastor forma parte de ese “otro cine” español. ¿Qué va a encontrarse el público este viernes?

Más allá del mensaje de codicia y avaricia, que hay que escuchar, van a encontrar una obra cinematográfica diferente. Tiene una delgada linea entre la crítica social y el thriller. Es difícil decirle a la gente qué se va a encontrar, porque cada espectador encuentra algo diferente. Yo creo que si algo tiene El pastor es que no deja indiferente, y eso es mucho más interesante que ver una peli en la que pasas un buen rato y al salir la has olvidado.