CRÍTICA “LA LUZ DE ELNA”: REPARTO DE ACTRICES EN ESTADO DE GRACIA

En 1942 las autoridades de la ciudad francesa de Vichy deciden cerrar la Maternidad de Elna, un lugar que acoge a embarazadas de los campos de concentración del sur del país. En este momento, su directora, Elisabeth Eidenbenz, junto con sus colaboradoras Victoria y Carmen, exiliadas españolas, deciden sacrificarlo todo para salvar la Maternidad.

Ante todo, aclarar que nos encontramos ante una TV-movie, un telefilm que será estrenado directamente, durante esta semana, en varios canales nacionales, regionales y/o autonómicos de nuestra televisión. Sí, han leído bien. Telefilm. Esas seudo películas que nos sirven durante la sobremesa varias cadenas públicas y privadas, cuyos títulos contienen, casi con seguridad, las palabras “falsa” “mortal” o “fatal”. Sí, imaginación al poder.

Y me disculpo si en algún momento he dado entender que “LA LUZ DE ELNA”, entra en la categoría de esos engendros fílmicos.

LA LUZ DE ELNA es una película de bajo presupuesto, sí, producida directamente para televisión, sí, pero con los valores de producción, música, localización y casting de primera división.

Nos encontramos con una película magníficamente filmada, con un reparto de actrices (todas excelentes) en estado de gracia, implicadas en cuerpo y alma con los personajes a los que representan en pantalla. Silvia Quer, la directora (con un extenso curriculum televisivo a sus espaldas) no deja quieta la cámara en ningún momento, imprimiendo tensión y pasión durante todo el metraje.

La historia nos es narrada, principalmente, desde dos puntos de vista. El principal, desde la propia Maternidad, el hospital / casa refugio, dirigida por Elisabeth Eidenbenz (interpretada con pasión y aplomo por Noémie Schmidt) y por Pat, el hijo pequeño de Carmen, (una de las enfermeras de la Maternidad, interpretada por una siempre estupenda Natalia de Molina) quien aporta ese toque de inocencia infantil, e incluso “magia”, muchas veces necesaria en películas inspiradas en ese negro capítulo de la historia que fue la segunda guerra mundial.

No no no… No se asusten. La película no quiere ser otra más sobre ese periodo histórico. De hecho, lo mejor y más importante de la película es que, si quitamos las esvásticas del metraje, podríamos decir que la película está rodada en el tiempo presente, porque su mensaje e historia son dolorosamente vigentes.

La película narra la vida de varias supervivientes a los campos de concentración o campos de refugiados. ¿Les suena? Claro que sí. En alguna parte, se está librando una guerra, pero el mundo está totalmente ciego a lo que ocurre después de la batalla.

Esta película nos muestra lo que no nos muestran los informativos. La desesperanza, el caos, el dolor y desesperación que sufren los más desvalidos, mujeres y niños, obligados a abandonar lo que una vez fueron sus hogares, sus vidas…

La película se centra en esas personas, mujeres y niños, luchando por sobrevivir, mientras la burocracia, que debería velar por estas personas, impone todas las trabas posibles para evitar su ubicación en cualquier otra parte.

Como toda luz, genera alguna sombra. Como el hecho de que la historia transcurra casi en su totalidad en La Maternidad y no se nos permita ver qué ocurre más allá de sus paredes, dejando a veces en evidencia su precario presupuesto y obligando a los personajes a verbalizar todo aquello que no vemos, a mi juicio, en demasiadas elipsis que, aun así, no hacen que la historia se resienta.

LA LUZ DE ELNA, para finalizar, es una película actual, necesaria, brillante en su ejecución y clara en su mensaje. Quizá es un film menor, pero encierra en su metraje un mensaje que otras películas de mayor envergadura, en ocasiones, no llegan a alcanzar.
Si tenemos en cuenta, además, que van a poder disfrutarla desde la comodidad de su sala de estar, no se me ocurre ningún motivo para que no le dediquen un poco de su tiempo.
Les aseguro que lo merece.

LO MEJOR: Las actrices, la ambientación, las localizaciones… Y el talento de Silvia Quer detrás de las cámaras…

LO PEOR: Las elipsis, que acaban provocando un exceso de verbalización. A título personal, los niños. Qué razón tenía el maestro Hitchcock…

PUNTUACIÓN: 7/10

Wiman González

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