ENTREVISTA EXCLUSIVA A NACHO CERDÁ DIRECTOR DE LA TRILOGIA DE CORTOS DE LA MUERTE. PRIMERA PARTE

Decía hace unos años el gran escritor checo Milan Kundera que no le gustaba conceder entrevistas, que prefería la conversación, donde todas las partes podían intercambiar puntos de vista. Siguiendo esa premisa la conversación con Nacho Cerdá tuvo lugar en la cafetería del Hotel Alimara de Barcelona, durante un espacio superior a las tres horas. Fui sugiriendo temas y lo que vais a leer ahora es un extracto de la conversación. Nacho Cerdá (Barcelona, 1969), director de la película Los abandonados, no eludió ningún tema y demostró ser un gran apasionado del cine, culto y vitalista. Fundamentalmente fuimos siguiendo su trayectoria vital, entre risas y cafés.

J.L.P En la presentación de “Profanando el sueño de los muertos” de Ángel Sala me sorprendió mucho, y gratamente, tu reflexión sobre algunos alumnos que has tenido en la ESCAC y sobre tu experiencia como docente.

Nacho Cerdá: Nunca me había planteado dar clases de cine porque me parecía algo pretencioso por mi parte. Todo surgió de forma casual, me lo propuso Xavi Giménez, que es un gran director de fotografía, un genio de la luz. Él me recomendó a raíz de nuestra muy buena relación personal y profesional. Dar clases en ESCAC era una manera de transmitir mi experiencia a otra gente. A mis alumnos siempre les digo que  no voy  a enseñarles a ser buenos directores, porque yo tengo mucho camino por recorrer, lo que si les voy a enseñar es a observar. Dí clases durante dos etapas, la primera del 98 al 2000, después me dediqué a preparar mi primer largometraje y la segunda etapa es más reciente, he estado 3 años más, encargándome de los graduados y los Masters, en total han sido 5 años de docencia. Me llamaron la atención las inquietudes y razones por las que la gente estudia cine. La mayoría llegan a la E.S.C.A.C con poca vida, tienen solo 18 años. Por las cosas que explican enseguida te das cuenta de su falta de experiencia vital. Hay muchos que se limitan a copiar, emular, parecerse a… en realidad quieren ser famosos. Hay gente que no ha visto películas anteriores a su fecha de nacimiento, no conocen los clásicos. Lo más inquietante es que la nueva generación son políticamente correctos y aburguesados, tienen una necesidad obsesiva por encajar en el sistema y ser aceptados socialmente y esto, a veces, desvirtúa la obra.

J.L.P Veo que lo tienes muy claro.

N.C: El cine es un trabajo de equipo. Nadie sabe tanto como todos juntos, es una frase que me dijeron hace tiempo. Pienso que ahora no existe rebeldía contra el sistema; aparentemente hay más libertad, pero también más cortapisas, autoimpuestas por los propios cineastas, muchos desean formar parte de un producto globalizado. Tampoco detecto ese sentimiento de comunidad que caracterizó a otras generaciones. Todo el mundo trabaja por libre, no hay nada ni nadie que aglutine. Yo siempre he sido un culo inquieto, me apetece hacer algo diferente. Solo se vive una vez, y para mí es fundamental encontrar una razón por la que estoy aquí.

J.L.P Vamos a hablar ahora de tu trayectoria vital, estudiaste Periodismo, ¿no?

N.C Sí, en mi época todavía se llamaba Ciencias de la Información. De muy joven me apasionaba el Cine, pero por consejo de mi padre estudié Periodismo en la autónoma de Bellaterra, con la idea de ampliar mi formación luego en Estados Unidos en el campo del Cine. De todas formas, antes de acabar, en tercero de carrera, fue cuando decidí estudiar algunos cursos de verano a la Universidad del Sur de California (USC). Era el año 90, durante 5 semanas. Fue como un pequeño aperitivo al mundo del cine y me permitió rodar un cortometraje titulado “The Awakening”, que era una especie de trabajo de fin de curso. Este corto era un ejercicio, duraba 7 minutos, lo hicimos entre tres. Fue una codirección con Ethan Jacobsn y Francisco Stohr , el guión era mío y lo perfilamos todos juntos, montamos, sonorizamos e hicimos todo en conjunto. Se rodó en un fin de semana, en blanco y negro, en 16 milímetros y bastante cutre. Fue una grata experiencia, muy rápida. Como anécdota te puedo contar que rodamos en un aula donde John Carpenter había rodado “El príncipe de las tinieblas”.

J.L.P Este corto lo he vuelto a ver de nuevo hace un par de días para preparar esta entrevista, tú aparecías un momento, también como actor.

N.C Sí, con mucho más pelo (risas), hacía de profesor.

J.L.P Un alumno de bachillerato se queda dormido durante una clase y cuando se despierta, el tiempo se ha detenido y todos permanecen inmóviles menos él. Hay una reflexión sobre la muerte.

N.C: Gustó en la escuela. Un año más tarde, mi profesor de historia del cine en Bellaterra, Mirito Torreiro lo vio y sugirió presentarlo en Sitges. A mí no se me había ocurrido, la verdad.  Me dijo que conocía mucho a Jordi Batlle, el jefe de publicaciones del festival, y entonces los responsables de la organización lo vieron y lo próximo que supe es que había sido seleccionado. Corría el año 91, y es así como participé por vez primera en un festival. En aquella época el director era Goas. Fue mi primer contacto con el mundo profesional del cine.

J.L.P Y volviste de nuevo a Los Ángeles un segundo verano.

N.C: Volví en el 91 para otro curso de diez semanas. Fue entonces cuando me di cuenta de algo importante; las escuelas de cine se habían acabado para mí.

J.L.P Tu siguiente corto fue “Aftermath”, que era realmente brutal. Me parece muy arriesgado y desde luego durísimo. ¿Cómo surgió?

N.C Tal vez ahora no haría una película así, porque mi experiencia vital ha ido por otros derroteros. En aquel momento estaba en una etapa de rebeldía absoluta, había tenido experiencias frustrantes que no vienen al caso. Decidí hacer mi propio proyecto volcando en él todas mis energías… buenas y malas. .

J.L.P Era un proyecto muy arriesgado y difícil, imagino que debió ser caro

N.C Sí, fue un corto caro, ahora serian unos 35.000 €. Me ayudó mi familia, claro, mi hermano, mis grandes amigos de la infancia Toni y Javier Sánchez, del mundo del textil. No entraron en debates morales sobre la temática. “Aftermath” era una muestra de Rabia. Sobre la vida y la muerte, y sobre esa incógnita que nos espera, una paja existencial. No es terror estrictamente hablando y desde luego tampoco gore; es más bien un drama de terror. Transmite una sensación de soledad, es muy triste, sin lugar a la esperanza. Es un viaje al infierno, pero el que está aquí, entre nosotros. Yo mismo lo pude observar en directo; estuve en el Instituto Anatómico Forense para documentarme y escribir el guión. Desde el primer momento tuve claro que no iba a hacer un retrato gran guiñol sobre un forense. La primera parte está calcada de lo que presencié en directo. Si no recuerdo mal, empecé a escribir en febrero del 94 y la rodamos en mayo, fue todo muy rápido. Se estrenó ese mismo año en octubre en el Festival de Sitges. Tenía la necesidad de contar una historia relacionada con mis propios miedos, bueno, más bien con el de todos; la muerte.

J.L.P Recuerdo que hubo gente que te llegó a etiquetar como a un salvaje.

N.C: Absolutamente.  Hubo en aquel momento una división total de opiniones, gente que decía que era una barbaridad y había que quemar el negativo. Otros en cambio la entendieron como una reflexión sobre la muerte, desde luego incomprendida. La división fue brutal, se me tildó de cineasta gore. Coincidió con “Necromantic” que desde luego tiene un discurso y un lenguaje muy diferente al mío, pero por inercia o por las circunstancias, las dos cayeron en el mismo saco. Se dijo que era un extremo provocador vacío. Cada uno que opine y que reciba la película como quiera, y me parece perfectamente legítimo. La película tiene vida propia y opiniones encontradas, pero para nada acepto que se identifique la obra con su creador.

J.L.P ¿Consigues recuperar algo de dinero?

N.C: Con el tiempo sí. Aunque hubo varias leyendas urbanas sobre esto, incluso se llegó a decir que había ganado el premio al mejor corto en Sitges cuando no era cierto. Aquel año ganó un corto de Jaume Balagueró. En aquella época, Mike Hostench actual co-director del festival de Sitges, tenía una tienda en Barcelona que se llamaba Gorgon Video, y por lo visto mucha gente le pedía “Aftermath”. Un día me sugirió editarla en video, y a partir de aquellas ventas pudimos recuperar parte de nuestra inversión. Esas copias que hicimos en España empezaron a circular por todo el mundo, se piratearon y un día desde Canadá apareció un tío llamado Karim Hussain. Un loco que organizaba el festival Fant-Asia deMontreal. Querían programarla ya que hasta entonces, era el año 97, no se ha visto nunca en Norteamérica. Hice una copia nueva en 35 mm para la presentación. Aquel loco de Karim y yo nos hicimos muy amigos. Empezó a sonar en USA, después tuvo una respuesta rebotada en Europa y España. En Inglaterra, Francia, Alemania hablaron bien de ella, hubo revisiones críticas en varias publicaciones y luego se convirtió en una especie de film de culto. Entiendo que “Aftermath” es una película muy agresiva, y eso fue una barrera para mucha gente. Personalmente me parece más transgresor y peligroso según qué reality actual en televisión.

J.L.P Después tus inquietudes te llevaron por otros derroteros.

N.C Quería conocer todos los entresijos de la creación audiovisual y de la gestión de una película. Por eso, decidí dedicarme a la Producción, donde aprendí mucho. Empecé de jefe de producción en aquellos famosos spots de “Blanco y Negro Mix”. Llegué a hacer muchos. También produje y busqué financiación para un corto de David Alcalde, en el año 96, titulado” Doctor Curry”. Compaginé la producción de publicidad, que me dio mucha experiencia con otro corto mío, que se tituló “Génesis”.

J.L.P Cambiaste totalmente de estilo, era un corto más poético, casi un cuento.

N.C Tienes toda la razón. Hice un cambio de estilo radical. No fue un acto consciente, aunque guarda mucha relación con mis dos primeros cortos. De hecho pensé en crear una trilogía más tarde, la idea inicial era una historia sobre alguien que experimenta la muerte de otra. Un artista que crea una estatua perfecta y en un momento dado se convierte en su mujer. Es muy diferente; un cuento atemporal y universal, para nada realista, es la sublimación de un sentimiento.

J.L.P De aquí salió la idea de llamar a tus 3 trabajos, la trilogía de la muerte. Cambiando de tema, es curioso que siendo un excelente conversador en todos tus trabajos en cine hay muy pocos diálogos.

N.C Es porque me emociona muchísimo la imagen, mil veces más que cualquier palabra.

Mañana la segunda parte de esta interesante y extensa entrevista a Nacho Cerdá.

                    José López Pérez