CRÍTICA “EL REY TUERTO”: UNA DE LAS SÁTIRAS MÁS POTENTES Y DIRECTAS DEL CINE ESPAÑOL RECIENTE

La búsqueda de la verdad en una sociedad contaminada por la sobreinformación, por la manipulación informativa y por la deformación de la realidad es una de las mayores dificultades ante las que que se puede encontrar el ser humano que quiera llegar a la lucidez de su contexto sociopolítico.

El salto de las tablas a la pantalla de “El rey tuerto” significa la ópera prima para Marc Crehuet, que también dirigió y escribió el libreto teatral y que se las ingenia para ofrecernos recovecos cinematográficos en una película metida entre paredes, que solo rompe esa cuarta pared en una ocasión y de manera muy ingeniosa.

Es una comedia ácida muy inspirada en su texto que indaga en muchos asuntos de importancia. Uno de los más desarrollados e interesantes es la fragilidad de nuestras ideas, siempre tergiversada según el punto de vista y la experiencia de cada individuo. Pero también habla de las relaciones personales, del rumbo que toma cada uno en la vida y sobre todo analiza con una energía casi violenta los roles de la pareja. En una cena, donde dos amigas se reencuentran, se enfrentan dos maneras de ver el mundo, y sobre todo distintas formas de actuar ante las situaciones. David y Nacho, son los novios de éstas, y casualmente han coincidido anteriormente en una manifestación, pero cada uno se encuentra en un bando de una guerra absurda, amordazada por la falta de libertad de expresión y las protestas ante el sistema.

Tras ese episodio lleno de humor negro, la incomodidad pasa a formar parte de la introducción, y así meterse de lleno en la psicología de sus personajes, títeres que aluden constantemente a los hilos que les hacen moverse como peleles. La empatía y la soberbia se confrontarán hasta el diálogo, pasando por momentos realmente divertidos, pero en los que la sonrisa se queda congelada por la gravedad de los asuntos que se disparan entre frases.

En la traslación de los escenarios al celuloide, se ha contado con los mismos actores que en la obra original. Buena cuenta de ello, da el ritmo actoral que marca milimétricamente los parlamentos de cada uno de los personajes, cogidos al vuelo, rebotando cada uno de los diálogos como pelotas de goma arrojadizas que saben emplear envenenando de amargura la realidad dentro de la psique de los cuatro protagonistas. El uso más panfletario de las circunstancias no baja el listón de una película que sabe en todo momento lo que desea ser y mete el dedo en la llaga como un dardo. A pesar del constante uso de las explicaciones políticas que se ven a través del televisor y se repiten hasta la saciedad en la imaginación de David, el policía antidisturbios que se adueña de la función con su agresividad psicopática y su necedad extrema.

Alain Hernández, se confirma como un talento brutal que derrama fisicidad en cada una de sus calculadas y esforzadas escenas, es un monstruo que atrapa. Miki Esparbé, después de sus éxitos en comedias más ligeras, da la réplica de manera honesta, psicosomática y su rabia silenciosa se convierte en la de todos. Cabe destacar a Betsy Túrnez, una suerte de Laly Soldevila reencarnada en la actualidad que llena de ternura y tristeza al personaje más cómico de la película.

Hasta qué punto somos dueños de nosotros mismos y cómo podemos escondernos de la desidia y de la indignación. En “El rey tuerto” no hay respuestas, pero está llena de preguntas que son incógnitas también para los espectadores. Alguien dijo que era nuestra “Un Dios salvaje” de Roman Polanski, y no andaba muy desencaminado. Una de las sátiras más potentes y directas del cine español reciente, aunque aquí la evidencia social tenga forma de oscuridad y ponga a prueba la coherencia de los actos de sus marionetas.

Nota El Blog de Cine Español: 7

Chema López