Lleva siglos ahí, de tapado, prometiendo mucho y sin llegar a explotar. Ha sido en su madurez (rozando los 36 tacos) cuando Hugo Silva ha logrado convertirse en un nombre solicitado.
Ha mejorado como el buen vino. Antes, era un actor terriblemente inexpresivo, gélido y carente de matices. Además, la mayoría de sus trabajos resultaban una prolongación de sus roles televisivos.
En mi opinión el cambio llegó el 2011 con la injustamente denostada “Lo contrario al amor”, donde por primera vez resultaba creíble y demostraba una gran naturalidad interpretativa.
La consolidación fue el año pasado, en la recomendable “El Cuerpo”, adaptándose como un guante a un personaje que requería misterio, elegancia y seducción. Ahí ya constataba otra de sus grandes mejoras: su dicción.
Y de ahí, a trabajar con Almodóvar y ser el protagonista de “Las brujas de Zugarramurdi” (¿he dicho ya que no puedo esperar más a su estreno?).
Por sus características y el hecho de haber sido un rostro televisivo muy popular desde hace años funciona perfectamente en películas comerciales. Me falta una incursión en un papel íntimo. En definitiva, ser tomado más en serio como actor.
También es posible que esa proliferación televisiva le dificulte consolidarse definitivamente como actor de cine.
¿Os gusta Hugo Silva?