“JUBILADOS FORZOSOS”, hoy en la sección RADICALES LIBRES por JOSÉ LÓPEZ PÉREZ Y MIGUEL FERNANDO RUIZ DE VILLALOBOS

Esta semana hemos visto en diferentes medios las declaraciones del director cántabro, y premio de honor de la Academia en la próxima celebración de los Goya, Mario Camus que explicaba que lleva dos años moviendo un guión y que, de momento, no había podido financiarlo.

Camus ha tenido varios éxitos de taquilla con títulos memorables como “Los santos inocentes” o “La colmena”.

Para varios directores de éxito y prestigio, con grandes películas, cada vez les resulta más difícil hacer cine. Son jubilados forzosos. La lista es larga, y seguro que me olvido varios nombres, en ella encontrarnos creadores tan interesantes como Jaime Chávarri, Fernando Colomo, Bellmunt, Gutiérrez Aragón, Bajo Ulloa, Betriu, Gonzalo Suárez, Giménez Rico, Jaime de Armiñán, Josefina Molina, Mireia Ros, Martin Patino o Jorge Grau.

Mientras gente como el portugués Manoel de Oliveira continúa en la brecha próximo a cumplir 102 años.

Carlos Saura a sus 78 años sería nuestra excepción nacional.

Algo está pasando para que grandes y experimentados creadores se vean forzados a dejar de hacer cine, su gran pasión.

Espero amigo Miguel-Fernando que puedas aportar luz sobre este tema.

                     José López Pérez

Es muy difícil poder explicar fríamente las razones por las que los directores veteranos del cine español, todos ellos con una trayectoria profesional de gran calidad, les cuesta tanto levantar un proyecto cinematográfico. Pero creo que hay un elemento objetivo que hace muy difícil que las productoras se embarquen en proyectos de realizadores veteranos como los mencionados por el amigo José López Pérez, como son las ayudas que se dan a las primeras películas. Es fácil constatar la cantidad de operas primas, o primeras películas, que se producen en nuestro país comparativamente con las segundas o terceras, por no hablar de las de los profesionales que llevan más de veinte o treinta años en el ejercicio de la dirección cinematográfica. Porque es evidente que los proyectos de estos jubilados forzosos son del mismo interés y posibilidades económicas que los proyectos de los nuevos realizadores. La situación radica, por tanto, en el sistema de ayudas, mucho más flexibles y económicamente más interesantes para el productor, para las primeras obras cinematográficas que para las posteriores. En un momento de crisis económica, cuando se necesita cambiar el sistema de jubilaciones y pensiones, resulta irónico, como pasa casi siempre en el cine español, que a directores consagrados -caso de Mario Camus- les cueste dios y ayuda conseguir llevar a buen puerto un proyecto cinematográfico. El tema no es fácil, porque es evidente que se han de dar oportunidades a los jóvenes que también tienen cosas que decir, y es en ese punto de inflexión entre lo que hay y debe ser explotado y lo que llega y debe ser potenciado, donde debe encontrarse el equilibrio del que, hoy por hoy, carece la industria del cine español.

                                                Ruiz de Villalobos