CRÍTICA DE ‘A ESMORGA’, UN TRAGO DIFÍCILMENTE DIGERIBLE

Taberna a taberna. Sala a sala. Esta producción dirigida por Ignacio Vilar y basada en la obra homónima de gran popularidad en Galicia continuará su periplo de cines por toda España tras lograr recaudar 235.000€ en dicha comunidad, convirtiéndose en la producción cinematográfica local más exitosa de su historia.

¿Quién no se ha metido en líos durante una borrachera entre colegas? ‘A Esmorga’ lleva esas consecuencias al extremo. La juerga se presenta como evasión y una huída desenfrenada hacia la autodestrucción.

‘A Esmorga’ goza de un excelente trabajo fotográfico y de ambientación, retratando la Ourense vetusta y húmeda en una Galicia pesimista de gentes casi nihilistas. La película huele a tierra mojada, tabaco y alcohol en la perfecta recreación de una atmósfera sórdida plagada de tabernas/puticlubs.

Desgraciadamente, hay una absoluta carencia elíptica en la adaptación de la obra de Eduardo Blanco Amor. Desde cierta linealidad narrativa la película muestra sus cartas prematuramente, sin lograr una evolución interesante en sus personajes y a menudo cayendo en la obviedad.
Especialmente, el conflicto sexual del personaje de Milhomes es retratado desde el inicio sin una deseable sutileza; así como el sentimiento de culpabilidad de Cibrán -personaje principal interpretado por Miguel de Lira-, propio de quien sucumbe a la tentación de caer en los brazos del alcohol. ¿Cuántas veces hemos cedido a las “presiones” de unos colegas para salir de fiesta?

La interpretación de los tres protagonistas es notable, destacando un infalible Karra Elejalde. La voz contundente de Lira narra los hechos y el Antonio Durán ‘Morris’ lleva con solvencia el personaje con más aristas. Ninguno de los tres genera una empatía con el espactador, lo cual no lo considero un aspecto negativo.

‘A Esmorga’ busca la veracidad entre cámara nerviosa y varios largos planos secuencia, muchos de ellos innecesarios, en los que se recrea en exceso en las risotadas, llantos, caídas y desmadres propios de una borrachera, llegando a saturar.
Personalmente, me ha transmitido una sensación similar a la de cuando te toca llevar el coche en una noche de juerga y tienes que soportar el pedo de tus colegas desde la más soporífera sobriedad. Así, durante dos horas de metraje.

PUNTUACIÓN: 4