CRÍTICA DE LA PELÍCULA “A CAMBIO DE NADA”: FUNCIONA A BASE DE HONESTIDAD Y SENCILLEZ

Daniel Guzmán , criado en el barrio de Aluche, empezó sus pinitos en el mundo del cine por la rama de actor, lo que le llevó a participar en proyectos con Fernando Colomo y Fernando León de Aranoa, pero sobre todo se le recuerda por la participación en la exitosa serie televisiva Aquí no hay quien viva. Actor inquieto (boxeo, motociclismo, opositó a bombero…) y metido de lleno en el medio cinematográfico, decidió decantarse por la dirección, cuyo primer cortometraje, fue premiado con un Goya por dicho apartado. Tras rodar un documental, El Provincial, Guzmán decidió apostar a lo grande, dirigiendo así su primer largometraje, con guión propio. De aquí surge A cambio de nada, un proyecto que, según el, le ha costado sudor y lágrimas llevar a cabo debido a lo personal que resultaba dicho proyecto. Todo su esfuerzo se ha visto recompensado con el Biznaga de Oro a la Mejor Película en el Festival de Málaga, pero no solo con eso, también fue galardonado en dicho festival con el premio a Mejor Director, Actor de Reparto, y Jurado de la Crítica. Pero lo mas importante ¿el espectador también se sentirá recompensado ante semejante proyecto personal? Desde aquí os puedo garantizar que si.

Darío (Miguel Herrán), un chico de dieciséis años, disfruta de la vida junto a Luismi (Antonio Bachiller), su vecino y amigo del alma. Mantienen una amistad incondicional, se conocen desde que tienen uso de razón y juntos han descubierto todo lo saben de la vida. Darío sufre la separación de sus padres y se escapa de casa, huyendo de su infierno familiar. Comienza a trabajar en el taller de Caralimpia (Felipe García Vélez), un viejo delincuente con envoltura de triunfador, que le enseña el oficio y los beneficios de la vida… Darío conoce a Antonia (Antonia Guzmán), una anciana que recoge muebles abandonados con su motocarrro y junto a ella descubre otra forma de ver la vida. Luismi, Caralimpia y Antonia se convierten en su nueva familia en un verano que les cambiará la vida…

El debut de Daniel Guzmán en el largometraje dan señas de un director que sabe manejar muy bien el medio y cuyo mayor propósito lo tiene clarísimo: no aburrir al espectador. Desde el primer minuto nos coge de la mano y no nos suelta en esta pequeña aventura suburbial que en ningún momento baja la guardia. Sabe en todo momento qué es lo que te está contando sin que el interés del mismo decaiga en ni un solo instante, y como conjunto, resulta compacta, estudiada en su ritmo interno y con una solidez bastante ejemplar, pues tiene tan claro los puntos donde debe ser cómica y cuando dramática que no sufre ningún altibajo. También ayuda el hecho de que, su personaje central, Darío, deambule de aquí para allá por los barrios de Madrid creando así un dinamismo que, al mismo, le viene de perlas, pues insufla vida y, sobre todo, ritmo, al relato. En ese sentido, Guzmán sabe entretener al espectador con una facilidad pasmosa…

Pero también sabe conectar con el espectador en el relato que está contando. El microcosmos suburbial que recrea resulta creíble por lo natural que resulta todo…y eso que hay momento del guión que resultan forzados (el clímax), pero no así sus personajes, que están descritos con todo el cariño del mundo a los que su director se le nota un empeño por ellos que se contagia al público. En ese sentido, hace un retrato de los supervivientes de España que resulta, por momentos, emotiva, especialmente en los personajes de Caralimpia y Antonio, dos personajes que llevan mucha vida a sus espaldas y se conocen el medio y la picaresca española mejor que nadie. También funciona por su retrato que hace de Madrid…desde los suburbios de Aluche (que es un barrio que, desde luego, no es de los peores de Madrid, créanme), pasando por todo el centro urbano, las dos caras que ofrece la ciudad funciona por contraste.

Pero si de halagos se trata, desde luego, es en el trabajo interpretativo donde nos llevamos varias sorpresas, pues todo el reparto, encaja en su perfil a la perfección sin que desentone ninguno de ellos: Miguel Herrán resulta la mar de convincente en su papel de Darío, y consigue que, ante un personaje que puede resultar odioso, no lo sea por la honestidad con la que maneja su personaje (véase la contención de la primera conversación con su padre); Antonio Bachiller resulta correcto, pues el papel le va como anillo al dedo, y su personaje es de lo mas agradecido (aunque su premio a Mejor Actor Secundario en el Festival de Málaga me parece excesivo a todas luces); Luis Tosar como padre de Darío resulta amenazador con su mera presencia (su primera aparición lo dice todo de su personaje); María Miguel está excelente en el papel de madre del joven, por decir todo sin mediar una palabra (atención a los momentos finales); Antonia Guzmán esta, sencillamente, encantadora, y encandila al público desde su primera aparición (sobrecogedora escena con Darío cortando sus uñas); y Felipe García Vélez….sin duda, el roba escenas de la película, pues esta SOBERBIO en un personaje que consigue ser emotivo gracias a la honestidad de una interpretación que, no dudéis, de verle en los próximos premios Goya.

Tampoco es film perfecto, ni mucho menos, pues el film toca terrenos harto conocidos en este tipo de películas (me recordó a Manolito Gafotas, sin ir mas lejos) sin que el film sorprenda o proponga algo nuevo, tocando los tópicos uno por uno ¿Pero saben qué? Funcionan por lo bien manejados que están sin que chirríen o desentonen en el conjunto, y es gracias a su sencillez y honestidad donde A cambio de nada consigue camelarse al público con gran facilidad. De ahí su gran triunfo por el Festival de Málaga y, seguramente, por nuestras taquillas españolas. Daniel Guzmán ha conseguido que su primera película funcione por meritos propios como un relato personal que conecta con los espectadores de forma pasmosa y que entretiene de principio a fin. Todo a base de honestidad y sencillez.

Nota El Blog de Cine Español: 6

Manu Monteagudo