CRÍTICA DE ‘10.000 KM’, DE CARLOS MARQUES-MARCET

Sólo un grupo de jóvenes entusiastas del cine y con ganas de comerse el mundo podía apoyar un proyecto como este, con un planteamiento de minimalismo casi radical y dos únicos personajes en un ejercicio de aparente sencillez que esconde ambición y talento.

El resultado es uno de los trabajos más estimulantes, modernos e inspirados de nuestro cine reciente.

‘10.000 KM’ fue la absoluta triunfadora de la pasada edición del Festival de Málaga, en una especie de salto evolutivo tras dejarse llevar en la anterior edición por la previsibilidad al premiar a ’15 años y un día’, el intrascendente drama dirigido por Gracia Querejeta.
Antes, el Festival SXSW de Austin premió a sus dos actores, Natalia Tena y David Verdaguer, constatando sus aspiraciones internacionales y recibiendo una excelente acogida de la crítica estadounidense. Actualmente el equipo está trabajando intensamente en su distribución internacional y suponemos que nos irán llegando noticias acerca de ventas y festivales.

El debutante Carlos Marqués-Marcet logra plasmar con absoluto realismo todas las fases de una pareja que se ve obligada a separarse geográficamente durante un año, justo en un momento clave en su relación. El paso de la añoranza obsesiva, el amor, la soledad y el inevitable deterioro está sutilmente medido en cada escena de cotidianidad. Para ello, Marcet juega con las nuevas tecnologías en una búsqueda constante de veracidad y de situar al espectador en el punto de mira de cada personaje. Sin duda un gran acierto de la película es mostrarnos dos personalidades diferentes, sin posicionarse  ningún momento. El dolor y soledad de Sergi (Verdaguer) confronta con la necesidad de expansión de Alex (Tena).

Tal vez la distancia sólo sea un pretexto y esos 10.000 km no sean más que el salvoconducto de un problema subyacente en esa relación. El final sin duda abre una línea de debate en el espectador. Y es que esta es una historia cotidiana en la que todos podemos sentirnos identificados. Un retrato de la época actual, donde tantos nos vemos obligados a viajar al extranjero por un trabajo; de la deshumanizacin, de cómo vivimos aferrados a una forma de comunicación fría que al final nos pasa factura.

El relato resulta inevitablemente conmovedor, pero esos ‘10.000 KM’ también nos deparan belleza, y esencialmente nos descubre a dos actores que desearíamos y deberíamos tener continuamente en nuestras pantallas.

Con una química sorprendente, David Verdaguer y Natalia Tena logran que este largo viaje tenga sentido. Sin su absoluta entrega hacia los personajes, habría sido imposible.

PUNTUACIÓN: 8