CRÍTICA DE LA PELÍCULA “TRUE LOVE”: UN RETRATO DE VIDA Y VACÍO

Podría decir que “True Love” es cine experimental, independiente, documental, underground, de bajo presupuesto, de autor, etc, pero todo eso no serían más que etiquetas. También podría escribir una simple sinopsis (“la película muestra la vida de Ion de Sosa (su creador), un joven español afincado en Berlín que convive con su novia”) pensando que de ese modo la gente que no haya visto el film pudiera formar una idea preconcebida, pero tampoco serviría de nada.

Lo cierto es que “True Love” supone un visionado difícil (incluso inaguantable) para el espectador de centro comercial, refiriéndonos con ese término, y sin querer desprestigiar o generalizar, al espectador habitual que no se suele salirse de los márgenes que marca el cine hollywoodiense. La película de Ion de Sosa se aleja completamente del mainstream, y muchos de esos espectadores de centro comercial no tardarían ni quince minutos en dejar de ver la película, decir que “no pasa nada, no cuenta nada”, e incluso demostrar un profundo rechazo o puede que indignación. Personalmente, independientemente del film, considero que hay que abordar cualquier postura a debate con un razonamiento surgido a raíz de haber observador los diferentes puntos de vista. Hay gente que considera a cineastas como Jonas Mekas o Jaime Rosales (por poner dos diversos ejemplos) como verdaderos timadores o sinvergüenzas, y que no comparten la postura que adoptaba Ethan Hawke en “Before Sunrise” cuando explicaba su visión sobre la poesía de la vida cotidiana. De hecho, confirmando esta postura, tuve la oportunidad de ver esta película de forma gratuita en la primera edición de Márgenes, “el Festival online de cine español al margen”, un festival que tiene la intención de mostrar y dar a conocer todas aquellas películas “invisibles” y de difícil distribución, en el cual “True Love” fue premiada como mejor película de la edición.

Veo este film como un autoretrato creado a través de una pequeña cerradura que exhibe fragmentos de una vida, una cotidianidad. Ion de Sosa se desnuda ante su cámara (y ante el espectador) en todos los sentidos llevándonos a través de un descompensado collage de situaciones que componen su vida: la relación con su pareja, el sexo, su trabajo en una pizzería, el camino casa-trabajo-casa, las calles de su barrio, sus amistades, sus entrañas, su soledad, su vacío. Se alternan escenas lentas de ese espacio que vemos diariamente con otras secuencias que poseen un montaje acelerado de calles, edificios abandonados, paredes y fachadas de un barrio que no es el suyo y que casi podría pertenecer a cualquier ciudad europea. Pese a toda esa “normalidad” reconocible, en la que si se quisiera se podría ver al protagonista como la imagen cercana del veinteañero europeo actual, la película posee en su textura la belleza que dota de forma natural el celuloide. La mayor parte está rodada con una cámara de 16 mm, no obstante también se han incluido documentos en vídeo grabados por, según dijo él en una entrevista, amigos que iban a visitarle, componiendo cierta fusión entre su visión y la del resto. Es paradójico que un gran porcentaje de este film se haya rodado de esa forma y que en los tiempos que vivimos nos parezca extraño que haya alguien (no una producción de medio-alto presupuesto) que se plantee grabar algo en cine, puesto que ahora casi cualquiera puede conseguir por relativamente poco dinero una cámara, sea de vídeo o DSLR, que grabe en alta definición. No obstante, he de decir que cuando se realizó la película aún no estaba tan instaurado ese método o esa herramienta de poder disponer de alta calidad a bajo coste.

Todos son ciclos y aquí se presenta uno de ellos creado principalmente por el día a día con su pareja y el vacío que deja cuando ésta se marcha. Tras dejar de tener contacto con la persona que influía y predominaba en su vida el diario que vemos pasa a contar lo mismo que todas esas paredes de su silencioso piso. El silencio y el vacío no deja de ser un mensaje y todo aquello expuesto va unido a una interpretación siempre subjetiva. Esa quietud en la vida es el resultado de una acción previa, unos hechos que conducen hasta una situación que detestamos. No cuesta mucho pensar que cada uno de nosotros podría realizar un “True Love” personal si nos dedicáramos a registrar minúsculos (en proporción) extractos de vida a lo largo de tres años. Tengo claro que los minutos resultantes contarían la visión (sin manipulación ni crítica) de una vida, una situación, puede que una generación, y la muestra (y retención) de la situación actual que se engloba en un tiempo presente que influye a todos. Al fin y al cabo eso es lo que nos enseña este film: extractos de una vida cualquiera.

Carlos Ena