CRÍTICA DE “SI YO FUERA RICO”, UN ÉXITO MASIVO NECESARIO

Para Telecinco Cinema, la edición 2019 será recordada como la menos prolífica en cuanto a lanzamientos, algo que, inevitablemente, ha repercutido en el balance de taquilla anual de cine español.

La empresa instalada en Alcobendas ha optado por el género de comedia en sus dos únicos estrenos este año, sin duda una de sus fórmulas casi infalibles.

Tanto Lo dejo cuando quiera (Carlos Theron) como Si yo fuera rico (Álvaro Fernández Armero) presentan una evolución en la comedia popular contemporánea -a menudo marcada por un aspecto cutre o, mal llamado, “televisivo”- consistente en una mayor ambición en su producción, algo que se empezó a vislumbrar con la fallida -y a la postre uno de los únicos deslices recientes de Telecinco- Yucatán.

Las dos cintas de este año, amparadas por un potente equipo de despacho que supervisa cada proyecto desde su génesis, cuentan con una cuidada factura técnica que estéticamente podría llegar a evocar a la comedia norteamericana, pero sin renunciar a los códigos localistas que marcan la diferencia del género patrio.

La película que hoy nos ocupa es especialmente generosa en localizaciones exteriores y no renuncia a desplegar cierto poderío en secuencias con vehículos de alta gama o escenas de surf, resultando una eficaz arma de seducción para cierto tipo de espectador reacio al cine español por considerarlo “inferior”.

La cinta dirigida por Álvaro Fernández Armero, coautor del libreto junto Ángela Armero y el no menos experimentado en comedia Tom Fernández, nos narra la historia de un perdedor recién separado de su mujer (Alexandra Jiménez), ganador de un premio millonario de loteria que desatará un dilema ético envuelto de un sinfin de enredos y gags, meticulosamente dosificados para entretener sin altibajos a un público poco exigente.

La cinta no descubre la pólvora. Los sketchs suponen un deja vu continuo que abarca desde Ocho apellidos vascos a Pretty Woman. Sin embargo, esto es algo que la cinta no esconde: ofrece exactamente lo que el público espera. Y no hay duda de que funciona, siendo su capacidad para dirigirse a un público heterogéneo en edad y sexo uno de sus principales aciertos.

Pero su punto álgido reside en la solvencia de un elenco capitaneado por un Álex García hipercarismático y desglamourizado (pero sin perder un ápice de atractivo). El tiñerfeño se revela como un actor con presencia sobrada para llevar sobre sus hombros el peso de grandes proyectos, y se agradece que -de nuevo un paralelismo con Lo dejo cuando quiera– estas producciones de importante ambición comercial apuesten por rostros alternativos a los omnipresentes Dani Rovira, Luís Tosar o Javier Gutiérrez.

Otro de los estímulos del filme está en su postal de una ciudad poco vista en cine como es Gijón, en una cinematografía que casi siempre se limita a Madrid y Barcelona.

Desde El Blog de Cine Español celebramos éxitos masivos como este, necesarios para agrandar el músculo de la industria y que pueda existir “otro cine”.

PUNTUACIÓN: 6,5

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