CURIOSIDADES, ANÁLISIS Y TITULARES PREMIOS #GOYA2019

La alfombra coja. Fría cobertura de la alfombra de TVE, a menudo más basada en el petardeo y moda que en el cine en sí. Al desfile no han fallado esos actores que no ruedan películas pero jamás faltan a la ceremonia: Ana Fernández, Silvia Abascal, Miguel Ángel Muñoz…

Los presentadores. Fabulosos Silvia Abril y Andreu Buenafuente, que derrocharon química y tablas. El momentazo vestuario fue el punto álgido cómico. Desgraciadamente, el guión no siempre estuvo a su altura.

La gala de las buenas intenciones. La mejor gala de los últimos años pero sin sortear el aburrimiento. Sin estridencias y con un medido punto de mordacidad sin ofender a nadie (con pinceladas respecto a Cataluña y algún tiro a Sánchez, no se pasó de reivindicativa política). El sketch inicial largo y poco gracioso quedó lejos de aquél de Alex de la Iglesia y marcó la senda general de un guión que pecó de soso pese al buen hacer de sus presentadores.

El Goya de Honor hace honores. Un fantástico vídeo dedicado al cine de género y un plantel de directores deslumbrante dio paso al premio especial de la noche a Chicho.

Lo peor de la gala. Una producción poco ágil a la hora de lanzar los planos falló clamorosamente con unos planos que impedían ver los nombres de los fallecidos durante el in memoriam. El poco inspirado momento Fernando Fernán Gómez alimentó el tedio.

Discursos. Un clásico: discursos que se eternizan en las categorías menos morbosas. ¿En serio es necesario que para sonido o efectos suban -y hablen- varias personas? Tampoco ayudó el hecho de que abrir el sobre fuera una obra de ingeniería. El discurso más extenso y emotivo de la noche fue el de Jesús Vidal, a quien casi tuvo que venir Antonio Banderas a echarlo del escenario cual Pedro Almodóvar.

Rosalía. Su actuación fue casi un hito dentro de lo que acostumbran los Goya, tanto a nivel escénico como interpretativo. Un lujo.

Amaia de España. En la antítesis de Rosalía, el bochornoso momento vivido por Amaia, ganadora de OT. El error de sonido seguido de su reacción rompió todo atisbo de magia a la actuación, bastante fallida.

El número musical matapúblico. Cada año meten un número a cuál más esperpéntico o anticlimático. Este año recogió en testigo de Alex O’doherty y Miguel Poveda un popurrí tuna-batucada que nadie entendió.

Año de premios repartidos. Esta ha sido la edición con más películas premiadas en la última década, con un total de 11.

Campeones se marca un La Librería. El devenir de los acontecimientos nos invitaba a pensar que El Reino iba a hacerse con el trono, tras acumular 7 estatuillas. Sin embargo, como ocurrió hace un año con La Librería en su duelo con Handia, la sorpresa llegó con la lectura del último sobre en voz de Almodóvar. Lamentablemente, el nivel de estos premios se ve seriamente mermado con las cuestionables decisiones en mejor película de los dos últimos años.

Premio solitario. El hecho de ganar mejor película sin llevarse dirección ni guión solo había ocurrido en una ocasión anterior en 33 años de vida de los Goya. Fue con La niña de tus ojos.

Premio a la comedia. Oportuno el homenaje a Mujeres al borde de ataque de nervios, ya que, junto al de Campeones, de trata de uno de los escasos reconocimientos al género de humor. En los últimos 25 años solo había ganado una comedia: Vivir es fácil con los ojos cerrados. Además, por primera vez el premio Feroz a mejor comedia se lleva el Goya.

Los premios se reencuentran con el público. Campeones es la película ganadora más taquillera de los últimos 15 años, cuando venció Mar adentro.

Las grandes derrotadas. Entre las cintas que se quedan con el casillero a cero destacamos Viaje al cuarto de una madre -pese a su brillante temporada de precursores-, Todos lo saben, Entre dos aguasEl fotógrafo de MauthausenYuli.

La dulce niña Carolina. La decisión más sorprendente y cuestionable de la noche fue la de actriz secundaria. Queremos pensar que los académicos votaron pensando que se trataba de Rafaela León en lugar de la joven Yuste y su poco memorable papel terciario.

Otras injusticias. A Coque Malla se le olvidó pedir disculpas a Javier Limón por robarle el premio a mejor canción.

Sorpresas agradables. A nadie molestó el premio a una actriz tan querida y respetada como Susi Sánchez.

El oráculo de los Forqué. Los premios Forqué se consolidan como el precursor que siempre acierta: han coincidido en 8 de las 10 últimas películas, incluso en ediciones sorprendentes como el año pasado. Curiosamente, la excepción llegó con el premio a Susi Sánchez: nunca ha ganado una actriz no premiada anteriormente por el gremio de los productores.

La larga espera de Antonio. Antonio de la Torre ha tardado 12 años en ganar un goya desde la primera vez (tantos como los de la cárcel de Mújica). Solo Emma Suarez paso mas tiempo, ya que con ella transcurrieron 20.

Nuevos nombres. Excepto Antonio de la Torre, ninguno de los intérpretes premiados esta noche había recibido estatuilla antes.