CRÍTICA DE LA PELÍCULA “14 DÍAS CON VICTOR”: REFLEXIÓN DURA Y DIFÍCIL SOBRE LA RELACIÓN ENTRE ARTE Y DOLOR FÍSICO.

Todavía me faltaba alguna película española estrenada el año pasado por ver. “14 Días con Víctor”, se rodó en inglés. La idea original nació en los años 80, cuando Ibón Cormezana estudiaba Económicas en Londres y asistió a una performance secreta. La película narra parte de lo que Ibón (productor de la película) vio.

Román Parrado debuta en la dirección con este film, casi inclasificable, de tono experimental y que tiene elementos de terror, de drama e incluso de experiencia interior mística. La narración es lenta, procelosa, suceden muy pocas cosas y gran parte de lo que vemos es desagradable o apto para mentes abiertas. Un pintor en horas bajas guiado por su representante decide infringir dolor a su modelo, un joven de 18 años desencantado, como vía artística. En este aspecto trata un tema que ya vimos en “Ingrid”, aunque allí había muchos más temas y puntos de vista.

Lo mejor: la música de Arnau Bataller, en este caso con un score más íntimo en el que predominan las cuerdas junto al piano.

La reflexión que plantea la película, sobre los límites del arte y el dolor, tiene poco vigor, es bastante aburrida. La parte de boxeo parece metida con calzador. Los personajes están poco trabajados, posiblemente intentando moverse en senderos indefectiblemente independientes.

14 Días con Víctor” es una película dura y difícil, más por lo que se intuye que por lo que se muestra y las pequeñas historias paralelas, entre ellas la del padre con cáncer de la fotógrafa están muy poco desarrolladas.

                 José López Pérez

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