CRÍTICA DE LA PELÍCULA “LA VIDA SUBLIME”: BUSCANDO LA PASIÓN

En el límite entre ficción y documental se mueve “La vida sublime” como pez en el agua, una producción de El Toro azul, compañía que nació en 2007.

La película arranca en la provincia de Valladolid y nos lleva al Sur. Cuenta la historia de Víctor, un hombre joven que se apasiona por la historia de su abuelo, El Cuco, un torero de la época de la posguerra española.  Víctor decide emprender un viaje que recorrió su abuelo y que le llevó primero a Sevilla y prosiguió mas al  sur de la península. Con elementos poéticos, el film hace homenaje a una generación que no pudo cumplir sus sueños.

Estamos ante un film bien curioso que nos habla de la locura, de la añoranza, de anarquismo y de las fronteras entre norte y sur, de Víctor Erice (y de su película “El Sur”), de Castilla, de vínculos familiares.

Contiene momentos divertidos como cuando Víctor homenajeando a su abuelo se come 90 sardinas.

La fotografía es muy buena y el paisaje se convierte en varios pasajes en protagonista.

La música de órgano de José Enrique Ayarra está muy lograda y genera sensaciones. Entre las canciones que aparecen destaca la excelente versión del “Stand by me” del mítico rockero sevillano Silvio con su grupo Sacramento y que él tituló “Rezaré”.

“La vida sublime” es una apuesta cinematográfica interesante y que si se entra en lo que cuenta puede resultar muy disfrutable.

Es una película lenta, contemplativa y en la que pasan pocas cosas, en la que se reivindica en cierta forma el mundo del toreo.

                      José López Pérez