Desde los inicios de nuestra pequeña industria en las Comunidades Autónomas donde más se han rodado películas ha sido en Madrid y en Cataluña, pero en esta última los rodajes (de cortos, anuncios, series y películas) se ha reducido. Según datos del informe más actual de la Barcelona Film Commission (BFC), el año pasado los rodajes en la capital catalana descendieron por primera vez. Se contabilizaron un total de 3.127, un 5,6% menos que el año anterior (3.311). Las grabaciones más numerosas en 2016 fueron las publicitarias (990) y en segundo lugar se situaron los cortometrajes (493). El tercer puesto lo ocuparon los dramas y el entretenimiento para televisión (453) y el cuarto, los largometrajes (66).
Destacar que rodar en las calles de Barcelona es gratuito si el equipo es de un máximo de 10 personas, una cámara y un trípode. Si se superan estos límites se debe pagar una tasa de ocupación de la vía pública de 593,78 euros por día y localización.
No creo que esta reducción de rodajes se deba al desafío soberanista, pero está claro que una situación tan crítica no ayuda a la industria cinematográfica catalana ni al resto de negocios. Sí que es cierto es que otras regiones han ido, paso a paso, consiguiendo ganarse un espacio como plató cinematográfico y entre ellas destacan las Islas Canarias, por aquello de sus jugosos incentivos fiscales, y Andalucía, que gracias al trabajo de cineastas como Santi Amodeo, Manuel Martín Cuenca y sobre todo Alberto Rodríguez, han provocado que numerosos rodajes se trasladen a la comunidad autónoma andaluza.
Hace poco un director me contaba que el equipo de producción había decidido no rodar en Barcelona porque era muy caro y porque era casi imposible obtener los permisos necesarios para mantener cerrada una calle céntrica durante varios días, y por esto se trasladaron a Extremadura para rodar esta parte de su serie.
En fin, vosotros, ¿qué pensáis?
