LA CAVERNA DEL LOBO: “DIARIO MALDITO DE UNA SEMANA DE CINE”, Por EL LOBO VANIDOSO

He pasado toda la semana aullando a la luna (no se si llena o no), porque los pases de películas para los llamados medios de comunicación han sido tan horripilantes que no hay aullidos para poder explicar el desastre semanal que se ha vivido. Y, además, con una semana cargada de pases, todos los días con un mínimo de dos películas y algunos con tres películas que se solapaban con lo cual era imposible (pese a que me muevo rápido en esta estepa que es el cine) poder visionar todo. Vaya, que más que una semana normal de pases más parecía un entrenamiento para el Festival de Sitges (donde me acercaré a aullar algún que otro rato) que se inicia este jueves.

El lunes, sesión doble de dos productos de esos que hacen llorar más que el hambre: “Amador”, la última simpleza de Fernando León de Aranoa, un director que empezó bien con “Familia” hace ya muchos años y cuya carrera posterior se ha ido diluyendo para alcanzar con esta película el 8 mil de los despropósitos. Hasta un actor de la talla del veterano Celso Bugallo (que me lo comería vivo de bueno que es) se pierde en el marasmo de la historia, por no hablar de la sosita Magaly Solier (que  no se merece ni un mordisco de aburrimiento). Un guión que quiere ser original y que es más previsible que el batacazo que se va a dar en taquilla, aunque hay que decir que algún crítico despistado llegó a reírse con la vieja prostituta que va a aliviar al viejecito.

Y después, casi sin aliento, “Bicicleta, cullera, poma” (“Bicicleta, cuchara, manzana”), un lindo publireportaje con Pascual Maragall como protagonista y con el Alzheimer (que no puede faltar en ninguna película que se precie) como telón de fondo. Como el tema es muy serio me abstendré de afilarme los colmillos con el flojo documental de Carles Bosch, pero si se debe destacar la parte científica e informativa sobre esta terrible enfermedad y la lucha que se está llevando a cabo para curarla. Ciento siete minutos de documental son excesivos, cuando lo más interesante con 45 minutos se ha explicado.

El martes, otra vez a la caza de insoportables productos de baja calidad, me tuve que alimentar enterrado en “Buried”, un cortometraje que se ha alargado como un chicle, lleno de buenas intenciones y, seguramente ideas, pero que para mis bigotes, no está a la altura de lo que se puede esperar de Rodrigo Cortés, el excelente director de “Concursante”. Y sin pausa, me tuve que tragar “Cielo”, una bien intencionada película de Deepa Metha, sobre la esclavitud que en el siglo XXI y en países democráticos como Canadá puede vivir una mujer hindú. Dura, pero tan reiterativa y, en ocasiones, obvia que solté más de un bostezo sin mayor mala intención

El miércoles, la bendita huelga del 29-S me libró de seguir odiando al cine actual y en mi caverna, tranquilo y relajado, me zampé, relamiéndome de gusto, “Eva al desnudo”, esa obra magna de Joseph L. (es decir Leo) Mankiewicz.

El jueves, me atracaron Albert Espinosa (guionista) y Pau Freixas (director) con “Herois” (“Heroes”), una especie de “Verano azul” a la catalana, pero mil millones de veces peor, con niños que estarían mejor estudiando cosas formativas que haciendo este tipo de cine, porque como ya afirmaba Alfred Hitchcock “en el cine ni niños ni animales”, lo cual no quiere decir que no me gusten los niños, son muy tiernos, y de los animales mejor no hablar porque me afecta. Con la duplicidad de pases y con las largas distancias de mi particular estepa cinematográfica, me perdí “Wall Street: El dinero nunca duerme”, aunque las opiniones contradictorias de mis diferentes espías no me la presentan como un alimento que mejore mi apetito cinematográfico, tan baqueteado últimamente.

Finalmente, el viernes, con nada menos que tres pases simultáneos, mi olfato me falló y me decanté por una especie de martirio cinéfilo que es “Agnosia”, un descenso a los infiernos de la sin razón llevado a cabo por Eugenio Mira y un grupo de  profesionales que no debieron leerse el guión. Visionando  “Agnosia” (que es la interrupción en la capacidad para reconocer estímulos previamente aprendidos o de aprender nuevos estímulos sin haber deficiencia en la alteración de la percepción, lenguaje o intelecto, según Wikipedia), uno no puede dejar de preguntarse como hay alguien que ponga dinero para estas cosas. Un cierre perfecto para una semana horripilante que muestra la grave enfermedad que está pasando el cine actual. Vaya que he salido escaldado y todavía me estoy lamiendo las heridas, por lo que me he tomado un fin de semana sin cine. ¡Que delicia!

                                                                                          El lobo vanidoso