SALEN A LA LUZ NUEVOS CASOS DE MALA PRAXIS EN LA PRODUCCIÓN ESPAÑOLA

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Hace tiempo os hablamos del proyecto de ‘El hombre colgado’, un interesante thriller que iba a estar dirigido por Gonzalo Suárez y protagonizado por Carmelo Gómez y María León.

Hoy hemos sabido que Suárez se descolgó del proyecto debido a -según sus productores- demasiadas exigencias. El realizador premiado por sus cortometrajes, Alberto Lavín, fue llamado para suceder a Suárez en el que sería su primer largometraje. Ahora, Lavín ha publicado en El Diario un texto donde explica cómo su productor, al que ha llamado “B” -y que todos sabemos quién es-, contactó con él con altas dosis de persuasión para continuar el proyecto y así no perder la subvención del Gobierno de Cantabria y el ICAA, próxima al millón de euros. Para ello, Lavín cumplió la gesta de redactar un guión en sólo dos meses.

Al presentar el guión, la productora le exige un tiempo de rodaje de cuatro semanas (a cien mil euros por semana). Él lo ve inviable y así lo expone. ¿Y qué paso entonces?, así lo relata Lavín: “dos semanas más tarde me llama el director de producción. Me dice que siente mucho la decisión…”. Lavín queda fuera del proyecto y el misterioso productor “B” encargado de convencerle para entrar en el proyecto, desaparece del mapa: “No responde a las llamadas, ni whatsapps, ni emails. Además de saber contar historias también es un gran escapista”.

Curiosamente, el productor “B” es el mismo de ‘Cuervos’, la película también rodada en Cantabria con ayudas públicas de 1 millón de euros y de cuya polémica nos hicimos eco días atrás (ver artículo).  Todo este asunto nos da una perspectiva real de lo que sucedió con ‘Cuervos’ y que el actor  Fernando Ramallo ya nos dejó entrever. Rodajes en los que no se sabe dónde va a parar el dinero público, que se hacen en unas condiciones lamentables y de cuya pésima calidad se hace responsable al de abajo.

No os perdáis el texto completo de El Diario porque no tiene desperdicio. Por cierto, se agradece que empiecen a salir estas malas prácticas que tanto daño han hecho a la industria e imagen del cine español, pero se echa en falta que se denuncie públicamente desde el propio sector, siempre muy activo y reivindicativo pero que suele callar en estos aspectos.