CRÍTICA DE LA PELÍCULA “MATAR EL TIEMPO”: BUEN EJEMPLO DE THRILLER ACTUAL

Durante las largas pausas de su viaje de negociaciones a Madrid, Robert Walton (Ben Temple), auditor de una multinacional, sentado delante de su portátil en su hotel de cinco estrellas, busca distracción en chats eróticos donde topa con “Sexy Sara” – una tórrida peruana, interpretada por la despampanante Esther Méndez-. Robert encuentra con los servicios online de la prostituta un momento de felicidad, que le sirven para no pensar en sus problemas familiares: desde que su mujer se murió en un accidente, Robert, que está casi siempre de viaje, no sabe como cuidar a su hija adolescente ni a su madre enferma por lo que intenta compensar su ausencia contratando a personas que cuiden de ellas y hablando con sus seres queridos virtualmente a través de skype. Y será esta misma forma de comunicarse la que le va a involucrar en los peligros que corre la enigmática belleza de “Sexy Sara”: con la webcam encendida, Robert es testigo de como Sara es maltratada por unos criminales, que se dedican al tráfico de órganos, los cuales quieren quitarle a su bebé. ¿Qué hacer?, ¿Apagar el portátil o ayudar a una desconocida? Robert duda un momento pero luego, irracionalmente, se meterá en la boca del lobo adentrándose en un camino que le puede costar la vida.

Matar el tiempo se aprovecha de la estrategia hitchcockiana de poner personajes ordinarios en medio de situaciones extraordinarias para convertirles en héroes, aunque sólo sea en un día de su rutinaria vida. El suspense y el ritmo emocional de este thriller se basan en el contraste entre seguridad y peligro ubicado, primero, en el silencio de la habitación del hotel, en los gritos, y en la violencia en el piso de Sara, y, segundo, en la mirada a la pantalla y lo que representa hasta que Robert decide entrar en ese otro mundo visionado a través de la webcam.

Pero la película no es solo buen ejemplo del thriller actual que el director Antonio Hernández sabe manejar con gran habilidad, sino también un reflejo de desafíos contemporáneos: ¿Cómo conciliar trabajo y familia? ¿Cómo tener relaciones humanas en una sociedad en la que todos son poco más que clientes y servidores a la vez y en la que todo está disponible con un clic? Si el encuentro con la prostituta empieza dentro de esa misma lógica de la prestación de servicios, el hecho de que Sara tenga un bebé parece tocar un deseo de familia en Robert que le empuja a una serie de actos irracionales. Apartado de los suyos por el trabajo, Roberto tapa su disfuncionamiento de padre ausente con el compromiso por la familia “adoptada” que le convierte por un momento en padre y marido simbólico en lucha por los suyos. Al final eso no puede solucionar los problemas, el futuro de Robert y Sara es incierto, y cada espectador tiene que decidir si el altruismo irracional del protagonista constituye un punto de inflexión o solo una manera de matar el rato.

Ralf Junkerjuergen (Profesor de Lenguas Románicas en la universidad alemana Regensburg).

7/10