En nuestros anteriores repasos a actores que merecen mayor presencia dentro de nuestro cine, entre vuestras sugerencias ha habido un clamor absoluto: Bárbara Lennie.
Es una actriz serena y elegante. Un estilo que me recuerda a Ana Torrent, con cierta sobriedad pero también capaz de arrebatarse sobre el escenario, generando entusiasmo en el público que la ha visto en teatro o en su magnífica encarnación de la Reina de Castilla en la serie de TVE1 Isabel.
Montxo Armendáriz la descubrió en 2005 para “Obaba”, que supuso su primera (y única) nominación a los Goyas, en la categoría de revelación. Personalmente, en esa presentación me transmitió una lejanía que ha ido superando con el tiempo pero aún se atisba en algunos momentos, como en su pequeño papel en La piel que habito.
Hasta la fecha sus mayores recitales interpretativos han sido en Los Condenados (Isaki Lacuesta), Mujeres en el parque (Felipe Vega) y en Todas las canciones hablan de mí (Jonás Trueba) -mención especial al monólogo que se marca-.
Incluso en proyectos sin rumbo como Dictado (Antonio Chavarrías), ella mantenía el tipo mientras todo un Juan Diego Botto perpetraba el peor trabajo de su carrera.
Desgraciadamente, hasta la fecha ha encadenado demasiados personajes testimoniales en los que, eso sí, exprimía cada plano. Es el caso de su trabajo en Miel de naranjas (Imanol Uribe), dando toda una lección en su breve aparición frente a la mucho menos talentosa -y sin embargo protagonista del film- Blanca Suárez.
La actriz madrileña puede alcanzar su estrellato definitivo este final de año, con los estrenos de El Niño (Daniel Monzón), y especialmente de Magical Girl, donde su complejo rol de perturbada es una de las interpretaciones que más suenan de cara a próximos premios.
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