CRÍTICAS DE PELÍCULAS INFRAVALORADAS: “LOS GIRASOLES CIEGOS”, DE JOSÉ LUÍS CUERDA

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Seguimos con nuestro repaso de películas infravaloradas.
En este caso, no podemos calificar a “Los girasoles ciegos” de película denostada, ya que tuvo varios reconocimientos que incluían 15 nominaciones a los premios Goyas, que se saldaron con un premio a la adaptación del propio Cuerda y Rafael Azcona del excelente texto de Alberto Méndez. Además, fue nuestra seleccionada para representarnos en los Oscars a mejor película de habla no inglesa (no pasó la primera criba).

Aun así, la película estuvo injustamente rodeada por cierto halo de displicencia -o llámalo indiferencia-, tratada como “otra historia de la posguerra” con déjà vu, cuando en realidad nos ofrecía un preciso retrato de algo muy interesante que todavía hoy se asienta en lo más profundo de la identidad de nuestro país: la represión.

José Luís Cuerda nos habla de perdedores y perdidos, del dolor que incluso requiere del autoengaño para soportarlo.
Para algunos, para muchos, al acabar la guerra, comienza la Guerra. También llamada posguerra. Como decía anteriormente, siempre va acompañada de represión.

Y la represión siempre es una historia actual que todos soportamos. De ella nacen violadores, maltratadotes, asesinos o curas.
Se trata de la misma historia con diferentes tipologías. No importa si la metáfora es el girasol ciego, el estar dentro del armario o el pájaro sin alas.
Esta es la historia universal de las consecuencias de la represión. El sexo como tabú, el desnudo como sucio. La moralidad bajo el amparo de la Iglesia como gran templo y símbolo eufemístico de la Represión.

Off topic: Si sois padres de niños pequeños, os lo ruego, no les tapéis los ojos ante un desnudo de Maribel Verdú.

Creo que el error de muchos fue tachar de innecesaria esta película por el hecho de abordar una temática que ya había sido retratada otras veces. Será que en mi caso siempre he creído que se hace poco cine en torno a la Guerra Civil.

Tras un inicio titubeante, un acertado tono opresivo toma el pulso de la película, logrando trasladar a nuestra butaca el claustrofófico sentir de esa familia, arrebatada de todo rastro de dignidad.

Tras el rodaje, Cuerda se dejó llevar por la euforia y calificó a Maribel Verdú como la mejor actriz del mundo. Es cierto que tiene el innato don de la mirada y de la expresión. En su cara, en sus ojos y en su piel. Todo su cuerpo es capaz de sufrir.

Javier Cámara es un gran actor, pero siempre me ha parecido que necesita la batuta de un buen director. Aquí aborda impecablemente a un personaje poco agradecido.

Pero quien hace un ejercicio realmente interesante -y que no fue suficientemente reconocido- es Raúl Arévalo. Mostró una nueva faceta interpretativa basada en la contención, rasgos y su mirada inquietante. Supo aprovechar los primeros planos que Cuerda le ofreció y demostró ser uno de esos ‘no guapos’ a los que la cámara adora.

Desgraciadamente es casi imposible escapar de los símbolos en una historia así. Aquí no se llega al maniqueísmo, pero sí hay algún subrayado que el director debería haber evitado.
Si tenemos que ponerle un punto negativo sería a su academicismo y una propuesta escénica y narrativa que no ofrece ninguna novedad.

Con todo, se trata de un trabajo muy recomendable.

PUNTUACIÓN: 7,5

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