PELÍCULAS INFRAVALORADAS: “BLACKTHORN” DE MATEO GIL, ¿QUIÉN DIJO QUE NO PODÍAMOS HACER WESTERNS?

Tras nuestro repaso a “Vicky Cristina Barcelona”, continuamos con esta selección de películas que, según nuestra opinión, no recibieron el reconocimiento merecido.

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Siempre se ha dicho que el western es el género cinematográfico por excelencia.
Desde los años 30 hasta finales de los 50 se vivió la edad dorada de este género. Grandes maestros como Ford, Hawks, Walsh, Sturges, nos dieron títulos memorables. A mediados de los 60 se inició el declive y poco a poco fue desapareciendo de nuestras pantallas.

A finales de los 80 y durante los 90 una serie de directores como Kasdan, Costner o Eastwood, volvieron a recuperarlo con gran éxito de crítica y público. Incluso dos de estos títulos, “Bailando con lobos” y “Sin perdón”, fueron los grandes triunfadores en la noche de los Oscars.
Estos títulos acostumbraban a tener unas características comunes, como el hecho de ser “westerns crepusculares” -término que se le dio sobre todo a los títulos de Sam Peckinpah a finales de los 60-. Mostraban un Oeste en decadencia, con vaqueros mayores, ajados, cansados, y muy marcados por su vida y pasado.

Nuestro país, pese a que pudiera parecer alejado de este género tan americano, fue escenario en los años 60 y 70 de infinidad de títulos rodados en Almería, los llamados “spaghetti westerns”, que tuvieron como estandartes los tres títulos memorables de la trilogía de Eastwood-Leone. Pero fueron cientos los títulos mucho menores que se rodaron en nuestras tierras durante aquellos años.

Hace 10 años, Alex de la Iglesia hizo un homenaje a ese mundo en “8OO Balas”. Pero en el 2011 nos llegó por primera vez un western español con todas las letras, un título además que se podía unir al espíritu de aquéllos westerns crepusculares, con todas sus características y señas de identidad: amistades traicionadas, amores intergeneracionales, paisajes áridos…

Este título no es otro que “Blackthorn” y lo dirigió Mateo Gil, uno de esos jóvenes talentos de nuestro cine, que de manera muy precoz empezó a mostrarnos de lo que era capaz, primero colaborando en los guiones con su gran amigo Alejandro Amenábar, y luego en su ópera prima “Nadie conoce a nadie”, que tuvo un considerable éxito en taquilla. Pero pese a ello, después no lo tuvo fácil.
Hizo algún trabajo en televisión, siguió haciendo guiones y trató de levantar algún proyecto que no salió adelante. Hasta que llegó a sus manos este texto de Miguel Barros y supo que era justo lo que quería hacer.

Costó llevarlo a cabo, pues fue difícil encontrar un productor que viera posibilidades a ese proyecto. Hasta que apareció Andrés Santana y dijo que para adelante.

Fue un rodaje muy complicado y duro en las adversas condiciones climatológicas del altiplano boliviano. Ése guión volvía a reunir las características del western crepuscular.

La historia de Blackthorn gira en torno a Butch Cassidy, el mítico pistolero al que vimos en la célebre “Dos hombres y un destino”. Pero aquí se tomaron la licencia de reinventar el final de aquélla peli, en la que muere saltando el acantilado. En lugar de eso, nos sugiere que vivió escondido en Bolivia con otra identidad durante largos años.

Blackthorn nos muestra través de diversos flashbacks cómo fueron aquellos primeros años. Después de que lo viéramos por última vez, se encuentra envejecido. Se produce un encuentro con un ingeniero español que trabaja en unas minas bolivianas y que huye perseguido, le pide ayuda y él accede, recuperando por un tiempo las ganas de volver a ser quien era. Pero, como os podéis imaginar, las cosas no son lo que parecen…

La película no tuvo en taquilla la repercusión que merecía, pero las críticas por lo general fueron bastante entusiastas, en especial por su factura técnica -impecable a todos los niveles- y sobre todo por el formidable trabajo del gran Sam Shepard. Con Eduardo Noriega no hubo tanta unanimidad, aunque a mí me parece que daba bien el perfil de personaje turbio.

Los Goya de ese año la reivindicaron al premiarla con 4 premios -Fotografía, Vestuario, Dirección de Producción y dirección Artística- de un total de 11 nominaciones que incluían mejor película y mejor director.
Y aunque pueda quedar como un oasis en el desierto de nuestro cine, y quién sabe cuándo volverenos a rodar un western, demostró que pese a lo que algunos piensan y se empeñan en repetir, no sólo sabemos hacer comedias o pelis de la guerra civil; también podemos y sabemos hacer ciencia ficción, terror, y porqué, no un western con mayúsculas.
Como dice esa frase tan célebre que la hemos acabado utilizando para todo: nosotros también podemos, “YES, WE CAN”.

PUNTUACIÓN. 8

AUTOR: JORGE AGULLÓ BELLVERT

¿Qué te pareció “Blackthorn”? ¿Qué otras pelis deberían formar parte de esta sección de “Películas infravaloradas”?

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