COIXET JUEGA A SER BERGMAN. CRÍTICA DE “AYER NO TERMINA NUNCA”

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Tras una bella presentación a lo “Coixet”, con una colección de imágenes magníficamente acompañadas por una banda sonora envolvente, uno piensa que sea cual sea el resultado, se podrá disfrutar del esteticismo, puesta en escena e impecable retrato de la inquietante España del futuro.

Pero ni eso.

Todo se desvanece en cuanto entran en juego los dos personajes. Entonces es cuando Isabel Coixet nos ofrece un nuevo drama con total impudicia, sin medida, tratando temas que no dan lugar a las sutilezas.

Juega a ser Bergman. Los diálogos extremos se suceden y ambos personajes se ponen al límite. Pero a contrario del director sueco, ese recorrido metafísico al alma se torna casi insufrible, con una sarta de frases del tipo “¿a qué huelen las nubes?” en modo trágico. Los diálogos y la conducta de los personajes están irremediablemente impregnados del “universo Coixet”.

Por si no fuera todo de por sí suficientemente onírico-transcendental, se van sucediendo flashes en blanco y negro, tipo ” El Señor de los anillos” cuando Frodo se ponía la alianza, para describir los pensamientos de los personajes.

Evidentemente el tema a tratar es extremadamente potente, como lo fue el personaje de Penélope Cruz en Elegy o Sarah Polley en Mi vida sin mí.

Candela hace de Candela. Quizá demasiado. Aún no sé si está excelente o si me ha horrorizado por completo en esa entrega absoluta.

Cámara da la sensación de impotencia. Simplemente no puede hacer más.

Puntuación: 2