“ME REPUGNAN LAS PELÍCULAS QUE TRATAN, A FUERZA DE NO TENER PERSONALIDAD, DE GUSTAR A TODO EL MUNDO” ENTREVISTA A ANTONIO TRASHORRAS, DIRECTOR DE “EL CALLEJÓN”

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Aunque él lo niegue, todo cinéfilo grado gafapasta medio, de los que compran la Fotogramas -hoy mini- desde hace siglos y la engulle sentado en un parque, conoce sobradamente a este crítico (‘cinéfago’ es la palabra, según él).

Con motivo del estreno de su primer largometraje, El Callejón, hemos tenido el placer de hablar con el periodista, guionista y productor Antonio Trashorras (Madrid, 1969).
Hizo saltar las alarmas de Sitges, donde su film fue aplastado por una parte de la crítica con una ira pocas veces vista, y venerado por otros, que lo consideran una obra de culto. Desde hace tiempo viene generando un ruido inusitado y por fin, este viernes es su estreno simultáneo  en salas e internet (Nubeox). La recomendamos a amantes del género de terror que no suelan escandalizarse fácilmente y que celebren el más puro entretenimiento sin caer en los prejuicios. Esta rara avis no les dejará indiferente. Además, protagoniza una de las tías más rematadamente buenas -con perdón- de nuestro cine, Ana de Armas, quien de por sí es un reclamo. Sí, la misma que hizo soportable aquélla cosa llamada “Mentiras y Gordas”…

-Antonio, “El Callejón” llega por fin a los cines el 1 de Marzo, tras innumerables retrasos, ¿a qué se ha debido el baile de fechas?

Normalmente el director poco o nada puede decir respecto a fechas de estreno, enfoques en el lanzamiento o posicionamiento de marketing de su película. Así que debería ser la distribuidora la que respondiese a esta pregunta. Yo apenas puedo especular con que ese retraso se ha debido a que los responsables de estrenarla no tenían nada claro qué hacer con ella, al encontrarse ante un producto que no era el que en un principio esperaban vender (de la manera en que están acostumbrados a hacerlo, claro), sino algo bastante menos ortodoxo, por no decir excéntrico, y desde luego nada en la línea de la mayoría del cine de terror, digamos, “normal”, y destinado fundamentalmente al público joven, que encaja ahora mismo en el “mainstream”.


-La cinta se enmarca dentro de un cine de género en alza en nuestro cine actual -observado muy atentamente por todo el mundo-, pero como indicas, a su vez tiene un sello muy particular, con un toque retro del gialli italiano, ¿Cómo reaccionará el público no cinéfilo a esa propuesta?

La película es lo menos elitista que se pueda imaginar, puro entretenimiento que no pretende excluir a ningún espectador por el hecho de no haber visto mucho cine antes. Es cierto que, a la vez, también se trata de una propuesta absolutamente personal en su mezcla de géneros, tonos y referencias, y que el resultado, insisto, dista mucho de ser “otra película de terror juvenil”, de ésas que, si vienen de Estados Unidos parecen todas iguales, y si se hacen en España lo que buscan precisamente es asemejarse lo más posible a ésas que vienen de fuera y resultan casi idénticas entre sí, hasta el punto de parecer diseñadas por un comité y ensambladas en una cadena de montaje, en lugar de escritas y dirigidas por personas. Y, por supuesto, ayuda bastante a entender por dónde va la propuesta de la película el conocer según qué obras de Mario Bava, John Carpenter o Jesús Franco (en general, esto también ayuda a tener más cultura cinematográfica, claro). Pese a todo, como te decía, veo imposible que después de ver “El callejón” alguien la pueda tachar de pretenciosa o destinada exclusivamente a un público cinéfilo. Al contrario, de hecho creo que el espectador ideal es quien, por un motivo u otro, todavía mantiene una cierta capacidad de disfrutar de manera inocente con el cine, con una sucesión de imágenes y eventos que no tienen porqué estar esclavizados por la realidad y sus reglas a este otro lado de la pantalla. En ese sentido, la película tiene algo de cuento infantil, cruel y lúdico a la vez, de pequeña fantasía macabra, de relato de esos que, soy consciente, ya no se cuentan a los niños. También tiene algo de quintaesencia y destilado de códigos, de abstracción poco condescendiente con quienes suelen morder el anzuelo de la falsa seriedad de cierto cine de género actual cuya principal baza es aparentar trascendencia. Me doy cuenta de que el tono juguetón, a veces autoconsciente y hasta por momentos surreal de la película, desconcierta e incluso enfurece bastante a algunos, pero… qué le voy a hacer. Se trata de un largometraje profundamente personal y, como tal, mi mayor alegría ha sido recibir la complicidad y el entendimiento de bastantes espectadores afines a la propuesta y muy cercanos al nivel tanto cultural como emocional al modo de pensar y sentir el género que lo ha originado.

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-En Sitges no causó indiferencia y pasó de las más furibundas críticas a quienes la disfrutaron intensamente. ¿Eras consiente de que tu trabajo podía resultar una “provocación”? ¿ser uno de los críticos de cine más populares puede ser castigado?

A mí me parece estupendo que la película guste mucho a unos y absolutamente nada a otros. Eso quiere decir que algo ha quedado en pantalla de mi intención de hacer una obra refleje una identidad creativa determinada y, por tanto, sea lógico que encuentre la afinidad de quienes se sienten próximos a ella y, también lógicamente, la incomprensión, el desconcierto y, porqué no, incluso la hostilidad de aquellos otros ajenos a esa sensibilidad. A mí lo que de verdad me repugnan son las películas que tratan, a fuerza de no tener la menor personalidad propia, de gustar a todo, absolutamente todo el mundo. Eso no quiere decir, por supuesto, que no prefiera que guste al mayor número posible de espectadores, pero a estas alturas ya he comprobado que la película tiene su público, y que en un porcentaje no tan pequeño esa gente se encuentra ahí, lista para disfrutar y empatizar con una propuesta tan a contrapelo hoy día como “El callejón”. Yo con eso ya me siento más que satisfecho, porque cada vez que se me han acercado espectadores a comentarme la película tras una proyección o me han escrito emails al respecto, percibía en ellos una sensación de gozo muy puro y a la vez muy fundado en una serie de “a prioris” que son exactamente los mismos que me llevaron a mí a hacerla; un cierto poso cinematográfico, una cercanía genuina con el horror y sus artificios como vía de disfrute. También hay bastantes críticos y profesionales del periodismo cuya opinión respeto muchísimo, como Jordi Costa, Jesús Palacios, Ángel Sala, Fausto Fernández, Antonio José Navarro, Juan Zapater, Toni Vall, Beatriz Martínez, John Tones o Noel Ceballos, que me han transmitido opiniones muy positivas, en algunos casos teñidas incluso de un entusiasmo combativo, dado el carácter de reivindicación del género puro que tiene la película.

Respecto a lo que mencionas sobre un posible planteamiento de “provocación” por mi parte, te puedo asegurar que no había nada más lejos en mi pensamiento que resultar provocador o epatante; en absoluto. Puede que el mero hecho de que un cineasta haga en estos momentos una película de género atendiendo más a sus impulsos y convicciones creativas que a lo que determinada mayoría supuestamente solicita y consume sea confundido por algunos con un afán de provocación que, de verdad, jamás se me pasó por la cabeza. Y en cuanto a cómo puede influir el hecho de ser un crítico pues asumo que es inevitable que algunos tengan ideas preconcebidas al respecto y juzguen de modo diferente el primer largometraje de un crítico, además con cierta trayectoria a sus espaldas, que el de alguien cuyo nombre en principio no les suene de nada. Ahora bien, no nos engañemos, tampoco creo que el haberme dedicado durante años a la crítica me convierta, como dices, en alguien popular. Apenas somos ya cuatro gatos los que conocemos los apellidos de la gente del mundillo cinematográfico. Populares son los concursantes de “Gran Hermano”, “La Voz” o cualquiera que salga en la tele dos semanas seguidas. Lo normal es pensar que la mayoría de la gente que vea “El callejón” ni les suene mi nombre, aunque a lo mejor se lo hayan encontrado alguna que otra vez escrito al final de un texto en una revista.

-¿Qué destacas de la historia?

La película empieza con una cita de Edward Gorey que, para mí, funciona como una suerte de sinopsis alegórica de la historia. No voy a repetirla aquí porque me gustaría que quien comenzase a verla se enfrentase a dichas frases por vez primera y, a ser posible entendiese lo que he tratado de expresar mediante esa elección. Desde el punto de vista puramente argumental “El callejón” no hace más que documentar, a lo largo de una noche, el sufrimiento de una muchacha que claramente no lo merece, por culpa de una serie de golpes de mala suerte, todo ello con algunas gotitas de comentario social y eso que llaman “guerra de sexos”. La trama, en su voluntario esquematismo, remite tanto a los cuentos crueles decimonónicos como a las fábulas populares o “cautionary tales” de carácter violento y macabro, en las que, por supuesto, jamás faltaba cierto levantamiento de ceja de corte irónico. Se trata de una situación exprimida y retorcido al máximo, sacándole todo el partido posible en función de los códigos y “tics” propios del género (o subgéneros) de terror por los que me interesaba transitar.

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-¿Está mal visto el cine como entretenimiento?

Bueno, cierto sector de la crítica siempre ha mostrado una hostilidad de base hacia el cine cuya intención principal sea divertir. Ahora bien, a mí cuando alguien dice que una película es aburrida o divertida me parece que, más allá de su gusto personal, no está diciendo gran cosa, nada que sirva para definirla realmente, ya que, por ejemplo, yo puedo encontrar “divertidas” una película de Guy Maddin o “El año pasado en Marienbad” y absolutamente soporíferas ciertas comedias que, en teoría, deberían hacerme desternillar. Es muy distinta la verdadera seriedad de la mera apariencia de seriedad; una película puede resultar muy seria, tanto en su hechura como en su temática, desde una vocación profundamente popular (y pienso, por ejemplo, en el cine de John Carpenter) o de lo más banal aunque adopte el gesto más grave e intente transmitir la impresión de que se trata de una obra, digamos, importante.

Ana de Armas…puedes explayarte cuanto desees.

Pues si me explayo se nos acaba el tiempo y el espacio. Intentaré ser breve: Ana es, sencillamente, la actriz que creo que merecen todos los directores que son amigos míos y les deseo las mejores experiencias posibles cuando ruedan; y la actriz que, por el contrario, me gustaría que jamás se encontrasen aquellos otros cineastas que me caen mal y no creo que merezcan a alguien como ella que, sistemáticamente, mejora con su interpretación cualquier escena. En su momento me consideré una persona afortunada por el mero hecho de haber podido hacer la película, da igual las condiciones, más o menos difíciles, en que tuviese que rodarla. Sin embargo, al poco de empezar a trabajar con Ana me di cuenta que el verdadero regalo era tenerla a ella a bordo; fue un verdadero golpe de suerte para mí como director y, en último término, para la película. Me resulta imposible pensar en una actriz más adecuada para el personaje, con más talento y más entregada que ella.

-¿Cuál es tu más aberrante e inconfesable guilty pleasure del cine?

Esto es algo que me preguntan bastante a menudo y supongo que se debe a que resulta obvio que soy un cinéfago extremo que desde siempre ha devorado todo tipo de películas, desde las más prestigiosas hasta las más abyectas, y, es de suponer, provoca curiosidad saber de qué me puedo yo avergonzar a estas alturas. Lo que pasa es que siempre respondo lo mismo: me resulta imposible no colocar al mismo nivel de cariño y, llegado el caso, de reivindicación desde el clásico más incontestable de Fritz Lang hasta la microproducción “underground” más desconocida y, porqué no, incluso cutre que cualquier día descubra por ahí perdida y me remueva algo por dentro. Yo hace tiempo que no entiendo a aquellos que parecen tener claro lo que es el cine “bueno” y el “malo”; para mí toda obra ajena tiene algo de espejo íntimo, a veces cristalino, a veces deformante… El valor de una película no radica en una serie de supuestas características relacionadas con lo cualitativo, ni siquiera con lo temático, sino con la experiencia de su visionado, y con lo que a ti en tiempo real o tras el visionado, es decir, durante su digestión, te remueve por dentro. A menudo me pasa que veo una película que ha logrado emocionar a medio mundo y a mí me deja frío; lo cual no significa que no sea capaz de apreciar si se trata de un producto técnicamente perfecto. Lo que quiero decir es que siempre preferiré una película supuestamente “imperfecta” que agite algo en mi interior o que perciba que está diciendo o evocando algo que me importa, a la obra más intachable que sienta como ajena a mí. Por ello ninguno de mis placeres fílmicos son “guilty”, al contrario.

-¿Qué opinas de Torrente?

Yo le tengo muchísimo respeto a los mecanismos del humor. No menos respeto que a los de la tragedia, la aventura o el terror. Santiago Segura es un estudioso de la comedia y en sus películas demuestra una y otra vez que sabe cómo funcionan los engranajes del humor tanto audiovisual como verbal y porqué un “gag” funciona por sí mismo, reducido a su esencia, independientemente de si trata de mierda o de nata. La percepción de Segura como cineasta y, en general, como profesional de la comedia, está muy marcada por la zafiedad de base sobre la que reposa todo el universo de Torrente y, por supuesto, lo extremadamente negativo del perfil del personaje, una figura indefendible desde el punto de vista humano y moral, y que, por eso, ha chocado con la hostilidad sin matices de muchos críticos que se niegan a conceder a sus películas el menor valor cinematográfico. Por otro lado, todavía estoy esperando que alguien haga un estudio verdaderamente sopesado sobre el personaje de Torrente y lo que ha significado su impacto popular en la España de las dos últimas décadas, más a nivel sociológico que fílmico. A estas alturas me parece innecesario volver a insistir en que Segura no es Torrente, y en que lo repugnante del perfil y la ideología de éste, sirve al cineasta para evidenciar defectos muy, pero que muy españoles, por la vía de la astracanada . Ahora bien, lo que ya sí resulta preocupante es la genuina identificación de mucha gente con ese personaje y la nula capacidad de dichos “fans” de percibir en sus películas ni un ápice de la visión crítica de nuestra sociedad que hay en ellas.

-¿Qué estreno del cine español de este año no te perderías por nada del mundo?

Así a bote pronto se me ocurren títulos como “Los últimos días”, de los hermanos Pastor o “Mindscape”, de Jorge Dorado; dos películas de género que espero con muchas ganas y creo que pueden colaborar a ayudar algo a nuestra industria, y a la percepción que el espectador tiene de ella. En la misma línea espero ansioso la segunda película de Gabe Ibáñez, “Automata”, una historia de ciencia-ficción que se rueda muy pronto y no sé si llegará a estrenarse a lo largo de este año, pero, en cualquier caso, puede ser un verdadero impacto, conociendo el talento y perfeccionismo de su director y el buen guión con el que cuenta.

-La coproducción es cada vez más habitual en nuestro cine -“Callejón” cuenta con la participación de Colombia-. ¿En tu caso fue por motivos de financiación?

Pues sí. La participación colombiana fue clave a la hora de completar el presupuesto de la película, y eso teniendo en cuenta que fue una producción ya de por sí bastante pequeña y cuyo rodaje apenas duró cuatro semanas. No obstante, ya por entonces estaba la situación lo bastante mal en España como para necesitar la aportación financiera de una empresa de algún otro país. En Bogotá nos pudimos permitir la construcción de un decorado y otro tipo de servicios de producción con los que, por motivos meramente económicos, en España no hubiéramos podido contar. De lo que estoy bastante satisfecho es del aspecto visual de la película, obtenido como resultado de trabajar durante casi el 90% del tiempo dentro de un plató.

-¿Crees que el cine español se ha enriquecido gracias a productoras como “Rodar y Rodar”, que entienden que el cine también es una industria y apuestan por productos de calidad y exportables?

Hombre, creo que, además de Rodar y Rodar, que desde luego ha hecho algunas películas muy positivas para nuestra cinematografía, tanto desde el punto de vista industrial como creativo, hay más productoras en España que apuestan por ese tipo de productos que mencionas. No obstante, soy de la opinión que una cinematografía que merezca verdaderamente la pena no debería estar desequilibrada o volcada ni hacia lo demasiado elitista ni hacia lo puramente comercial. Como cinéfilo de gusto muy amplio no hay cosa que más me repugne que escuchar discursos antiminorías amparados en la obvia necesidad de realizar un cierto volumen de películas rentables, en aras de la pura supervivencia de nuestra industria. Veo tan necesario fomentar las producciones a gran escala como el cine vocacionalmente pequeño y que no busca agradar a todo el mundo sino encontrar un espectador de gustos más concretos.

-¿Qué opinas de la ley Wert, que si se aprueba en Mayo castigará en cuanto a ayudas a las producciones españolas rodadas en otros idiomas?

La verdad, no acabo de entender bien lo que se gana dificultando o incluso imposibilitando que puedan hacerse más películas como, por ejemplo, “Lo imposible”, que en un momento tan espantoso para nuestra industria, además de proporcionar una inyección económica importante para las empresas productoras españolas, también ha dado trabajo a muchísimos profesionales de aquí. ¿La existencia de una película así, aunque sea hablada en inglés, perjudica acaso al cine español? ¿No estaría bien que cada año se hicieran otro par de largometrajes así de rentables? A mí que me expliquen qué habría de malo en ello…

-¿Qué te sugieren estos dos grandes tópicos del cine?

1-Los críticos son directores frustrados.

Un lugar común como la copa de un pino, que, por supuesto, como cualquier otro tópico, sí que puede tener su parte de verdad, pero, desde luego, no de manera absoluta. Por cierto, ¿por qué nunca se dice que todo director podría ser un crítico frustrado? ¿Acaso no es frecuente encontrarnos cineastas que, seamos claros, apenas saben juntar cuatro letras con sentido y cada vez que opinen de películas ajenas se ven incapaces de trascender cuatro obviedades de parvulario? Pero, claro, se asume que el hecho de hacer películas te coloca en un eslabón creativo superior y que, si me apuras, dirigir es bastante más divertido que escribir sobre cine, y, por tanto, es poco probable que un cineasta envidie la prosa, el nivel cultural o la capacidad de expresión verbal de un crítico (de uno bueno, por supuesto).

2-Las subvenciones al cine son para cuatro rojos vividores.

Y con Franco se vivía mejor.

-¿Puedes hablarnos de tus nuevos proyectos?

Tengo una carpeta del ordenador repleta de proyectos en diferentes estados de desarrollo, desde guiones acabados hasta sinopsis o tratamientos argumentales bastante avanzados. Lo que no tengo ni idea es si de alguno de ellos saldrá una película futura o si, tras “El callejón” y pese a las buenas críticas que está recibiendo, algún productor y/o cadena de televisión volverá a confiar en mí para dejarme hacer lo que creo que debo hacer; es decir, películas que respetan al espectador porque previamente, y pese a las presiones creativas que pueda recibir, no me he perdido el respeto a mí mismo, ni en escritura ni en rodaje. Eso sí, visto el panorama lo que encuentro más probable es que mi próxima película sea una producción de bajísimo presupuesto, afrontada por mí de manera totalmente independiente y con la ayuda del equipo más reducido y cómplice posible; la pura guerrilla, vamos.

-Por último, ¿conoces “El Blog del Cine Español”?

Conozco de su existencia desde hace algunos años, claro, y varias veces he llegado a él buscando datos sobre largometrajes o entrevistas con directores españoles. No obstante, debo decir que apenas consulto las webs sobre cine porque el seguimiento de la actualidad es algo que requiere un tiempo del que ya no dispongo, dado que, a diferencia de hace años, mi ocupación principal está ahora más centrada en la producción de televisión que en el periodismo especializado. En cualquier caso toda iniciativa destinada a dar mayor visibilidad en Internet a las películas y profesionales de aquí es digna de apoyo, ya que, por desgracia, a la hora de los lanzamientos, en general, es precisamente el cine español el que cuenta con menor inversión en publicidad y copias, y, por tanto, con menores oportunidades para llegar el espectador medio.

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“EL CALLEJÓN” ESTARÁ EN LAS SALAS ESTE VIERNES 1 DE MARZO.

¿CÓMO PUEDO VERLA EN SU ESTRENO SIMULTÁNEO POR INTERNET? AQUÍ

Entrevista Oscar TA.